Capítulo 11: La respuesta es...

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Ángela Collins.

   Me incliné para besarlo, sentía la necesidad de juntar nuestros labios, la noche había sido tan hermosa junto a James, y... y... ¿y qué estoy haciendo? ¿Estoy cayendo en él? ¿Tan fácil soy? No, no puedo, yo soy Ángela Rachel Collins, no le pertenezco a nadie.

     Me separé justo antes de chocar nuestros labios, me sentí vacía pero algo me dijo que no lo besara.

     Miré al suelo sujetando sus hombros y no sabía qué decir, sé que lo dejé mal y me hace sentir mal.

     —Lo siento, olvidé quién era —¿Qué acabo de decir? Debo arreglarlo—. Soy una persona distinta cuando estoy contigo —Me encogí de hombros.

     En realidad no sé qué decir, me siento mal ahora. Espero que no lo tome mal... o no tan mal.

     —Entiendo, si no quieres hacerlo no te obligues —Ahora me siento peor al ver lo caballero que es. Todo quedó en silencio mientras veía al cielo y él me veía a mí—. Ojalá sanen pronto.

     Señaló mis rodillas, las ví y en realidad estaban mal. El frío me hacía doler la herida, pero no podía hacerlo sentir mal aunque fuese mi culpa.

     —Gracias, no te extravíes. Avísame cuando llegues a tu casa.

     —Seguro, tú igual.

     Me causó gracia y me reí, luego me volteé para concluir nuestro encuentro.

     —Adiós, James.

     —Hasta pronto, Rachel —Mi segundo nombre suena distinto cuando lo dice él. Me gusta.

     Entré a la casa y ví a la criada que se encontraba terminando de cocinar, y la saludé. Le dije que cuando terminara ahí podía irse y subí a mi habitación.

     Cerré mi puerta, me senté en la ventana lanzando todo en mi cama y reposé viendo a la luna.

     «Te daré la luna». A veces me da lástima. Siento que es muy niño aún, esa es una promesa imposible... pero no puedo evitar sonreír cuando estoy con él, es como un hechizo. Me gusta estar con él, caminar con él. Ser yo misma con él me da paz. Debí haberlo besado, hasta debí haberme acostado con él, quería hacerlo... No, no, no, eso no va conmigo, por más ganas que tenga no puedo abandonar mis principios. Ya, en la segunda cita lo besaré, puedo tener de excusa que ya hemos salido, aunque sea una vez... Un momento, ¿excusa para quién? Nadie debería meterse en mi vida personal.

     —Llevo tiempo sin hablar contigo —Me recosté en el alféizar de la ventana y le hablé a la luna—, pero, James... bueno, tú misma lo viste, no es un mal chico. Pero necesito despejar mi mente cuando estoy con él, u ocuparla porque me hace salir de mi incomodidad. Y eso es peligroso, estar cómodo es peligroso. Estar con James es peligroso. ¡Demonios! Tengo su mirada grabada en mi retina, lo veo al cerrar mis párpados —Incliné la cabeza y la apoyé en mis brazos—. Necesito un consejo, bueno, tu boca se cerró hace mucho tiempo, pero...

     —¿Con quién hablas! —Me halaron el cabello y me levantaron a la fuerza.

     Era mi padre, no oí cuando llegó. Me detalló y como vió que no tenia mi teléfono en mano y no hablaba con nadie, entonces me soltó.

     —Otra vez tú haciendo estupideces —Cerró mis cortinas y me lanzó a mi cama—. Te he dicho que no estés despierta a horas tan nocturnas. Te duermes ya.

     No me dió chance de hablar cuando él ya había cerrado la puerta, siempre está enojado. Nunca conversamos, sólo me habla y ya. Arropé mi cuerpo, me giré boca abajo y cerré mis ojos que no evitaron el desliz de algunas lágrimas.

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