Ángela Collins.—Por ahí dicen que tienes mala fama —Quise tocar el tema de la forma más sutil, no soportaba verlo hacer eso. Y menos en frente de mí.
—¿De qué? —Preguntó viendo al techo del auto.
—De drogadicto.
—La mala fama te la da la gente, la buena vida te la das tú —Dijo sin preocuparse, y luego se tragó otra pastilla.
—¡Ya te he visto consumir varias de esas! —Le exclamé a James— ¡Bájale!
—El control que tenías en mis decisiones lo perdiste hace tiempo, Collins —Me miró sin abrir completamente sus párpados.
Me chocó la frialdad con la que respondió, sin embargo, sin tragarse la pastilla que tenía en mano, la guardó y metió el frasco en el bolsillo de la chaqueta y se bajó de la van.
—Ya puedes bajarte —Me dijo la única mujer de la banda pasando a mi lado.
—Ah, gracias —Me bajé y fuí hacia dónde estaba James—. ¿Qué haremos ahora?
—Vamos a comer —Respondió caminando hacia un restaurante.
Lo seguí de cerca, no quería separarme de él en un sitio que no conozco.
—Yo no tengo hambre, James.
—No te pregunté —Me respondió al instante con el mismo tono de voz—, vas a comer.
Me miró y volvió la mirada al frente.
—Te compraré comida —Continuó James hablando—, y no te irás dejando el plato lleno.
Quería negarme, pero me daba miedo hacerlo, sobre todo cuando estaba haciendo algo bueno por mí. Sí tengo hambre, pero no tanta como para comerme un plato lleno.
Entramos al sitio, y por suerte, no era un lugar sofisticado. Mi vestimenta no está tan cuidada, al igual que el lugar dónde comeremos; es un poco vago, pero percibí un olor delicioso que me hizo crujir el estómago.
—Veo que ya tienes hambre —Me dijo quién tenía un bolso de guitarra, o bajo, sabrá Dios qué instrumento es ese.
Me acerqué a James, pero una mediana cantidad de personas ya se habían adelantado a pedirle fotos y autógrafos. Y no fué al único que le sucedió, algunos se acercaban a los demás integrantes de la banda. Incluso uno se me acercó y me habló con intriga.
—¿Eres tú la novia de James? —Tenía su celular listo para una foto.
—Yo, ehh. En realidad...
James me rodeó los hombros con su brazo.
—Ella es mi novia —Habló con autoridad.
El corazón se me aceleró cuándo el dijo eso, y sentí las manos resbalosas. Pero de alguna manera, me sentí segura.
—Y agradecería que la dejen en paz —Me miró de forma extraña—, no está de buenas.
Me llevó hacia adentro y nos sentamos, mientras los demás seguían tomándose fotos con quiénes se las pedían. Eran populares.
—¿Por qué le dijiste eso? —Me apoyé en la mesa para acercarme más y no tener que hablar tan duro.
—Créeme —Sacó el frasco y se tragó otra pastilla—, de no haberlo dicho no saldrías de aquí.
—¡Que dejes eso!
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Déjà Vu
Romance«Para bailar, sólo hacen falta dos pares de pies, entre nosotros sonó una balada suave y romántica, pero al final hubo tres pares de pies. No puedes bailar con dos personas a la vez, yo bailaba mejor, realmente, y aún así, me dejaste bailando solo p...