Capítulo 20: La Luna.

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Ángela Collins.

     Abrí los ojos y sentí la frescura de la mañana en mi piel, bueno, a través de las sábanas. Hoy no tenía que trabajar ya que se van de paseo Christian y su madre, aunque, igual me pagan, y lo mejor de todo es que tengo a mi lado a James.

     Decido voltear a verlo y veo que la cama está tendida y vacía. Me siento para analizar lo que estoy viendo hasta que entendí; salió temprano. Me relajé recordando que él tiene una vida ocupada y estresada... estresada. ¡Las pastillas! Me giré para buscarlas y me llevé con otra gran sorpresa; estaban en el mismo lugar, sólo espero que no haya tomado ninguna.

     Me levanté para salir, y me sentí mal al ver la cama de James ordenada y la mía hecha un desastre, por lo que tuve que tenderla. Bajé a la sala y veo la hora; eran las once menos treinta. Decidí ir a la cocina y escucho el timbre. Abro la puerta y me encuentro a un repartidor.

     —¿Ángela Collins? —Me preguntó él, cuando abrí la puerta.

     —Así es —Respondí estando medio dormida aún—. ¿Qué desea?

     —Tengo una entrega para usted.

     —Yo no he pedido nada.

     —Me ordenaron traerle esto.

     Me dió una caja de pizza y me hizo firmar un papel.

     —Y tiene un mensaje —Sacó un papel del bolsillo y lo leyó en voz alta—: No te atrevas a dejar la caja vacía, nos vemos en la tarde.

     —Ahh, ehh, gracias —Le dije un poco apenada al entender de qué se trataba—. No tengo que pagar nada, ¿cierto?

     —Ya está pago, señorita. Adiós.

     Se fué y quedé con la caja en las manos y la cabeza revuelta... ¡Ay, no! Lo atendí hecha un desastre, me voy a matar.

     Abrí la caja en la cocina y empecé a comer, al sacar el primer slice noté que había algo dibujado en la caja. Saqué toda la pizza y el dibujo era un girasol. Me trajo un bonito sentimiento y un mal recuerdo. Decidí ignorar el detalle y comer.

~•~

     A veces sólo disfruto la melodía, no entiendo muchas canciones en inglés. Como en el caso de "I want that you want - Savage", apenas y entiendo el nombre. La sala se convierte en muchas cosas mientras oigo música. Ya he escuchado varias veces algo extraño en la música, algo que no había notado nunca. Pensé que eran los audífonos, por lo que me los quité para revisarlos, y me dí cuenta que el sonido raro no era parte de la música, era el timbre de la puerta.

     Abrí la puerta rápido y ahí estaba él, con la cara larga y sus ojos cerrados parcialmente.

     —Lo siento —Me disculpé—, estaba escuchando música.

     —No hay problema —Tenía los brazos atrás.

     —¿Qué tienes ahí detrás?

     —Abusadora, ese tipo de cosas no se preguntan —Dijo él cómicamente.

     —James, por favor —Quise ver por los lados y se giraba—. ¿Es para mí?

     —Puede ser, pero primero me das el tuyo.

     —¡James! —No podía evitar reírme— Sé serio.

     —Es lo que prometí darte hace mucho.

     Llevó los brazos hacia el frente y tenía un gato pequeño. Me emocionó verlo y me llevé las manos a la boca, pero tenía una confusión.

     —¿Prometiste darme un gato?

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