Capítulo 16: «Verte dormir... un nuevo romance».

42 13 4
                                    


Ángela Collins.

     Abrí los ojos apenas desperté y no pude evitar cerrarlos con fuerza inmediatamente, reacción causada por el dolor de cabeza que me atacó instantáneamente. Unos segundos después, los volví a abrir y advertí que me encontraba sola, en una desconocida habitación. Aunque no me sentía sola. Tenía frío en mis piernas, un cansancio extraño y sudaba acompañada de un dolor de cabeza medio, pero fastidioso. Intenté recordar algo de anoche y no logré hacerlo. Me senté en la cama y noté que a parte de mí, estaba vacía. ¿En dónde demonios estoy? ¿Qué habrá sucedido anoche? Anoche... Rayos, el tipo desconocido, seguro se aprovechó de mi estado de ebriedad... Bueno, yo me lo busqué, en cierto modo.

     El aire tenía un sabor misterioso, algo no andaba bien. Espero que no sea un secuestro, aunque no tengo miedo, ni algún mal presentimiento. De cualquier manera, debo estar pendiente.

     Revisé mis extremidades y no estaban atadas, luego ví a un lado y estaba mi cooler con agua, entonces bebí un poco porque me sentía algo seca por dentro. Bebiendo agua advertí una nota en la mesita de noche.

"Para el dolor de cabeza que seguro debes de tener."

     Ví otra vez la mesa y habían unas pastillas.

     —Gracias, creo —Dije a nadie.

     Me bebí una pastilla y dejé caer mis pies en el suelo, llevaba puestos mis zapatos aún. Me levanté y la barriga me rugió, tenía hambre. Busqué alguna forma de saber la hora y un reloj en la pared dictaba las dos y doce de la tarde. Es realmente tarde, no he comido nada desde anoche... No, desde ayer a mediodía. Ví una puerta y salí por ahí.

     Al cruzar el marco con cautela, noté que en una mesa había alguien sentado, esa persona se volteó y me miró. Entonces recordé su cara, era el hombre de anoche, estaba comiendo.

     Qué pena.

     —Buenos días.

     —Serán buenas tardes —Me corrigió.

     —Ah, cierto, qué torpe.

     —No te culpo —Se giró y su atractiva voz llegó hasta mis oídos de nuevo—. Siéntate, debes tener hambre.

     Era así, por lo que me senté y no tuve problemas con sentarme, como pensé que tendría. Eso podría significar varias cosas.

     Él se levantó y buscó un plato de comida ya servido, que estaba en el otro lado del mesón que separaba a la cocina del comedor, y me lo dió. Le agradecí y empecé a comer, pero no podía dejar de verlo. Me miró a los ojos y mi pecho tembló un poco.

     —Hablemos de anoche —Le pedí.

     —¿Quieres hacerlo? —Enarcó una ceja y sin querer le sonreí— Pues vale.

     —Hey, hermano —Alguien más entró al comedor interrumpiendo nuestra conversación—, tenemos que... Espera... ¿Ella es la de anoche?

     Él asintió sin dejar de comer.

     —¡Pero luce mejor hoy! Es como la sopa recalentada —Dijo él con bastante energía—... o algo así. Aunque de cuerpo no ha cambiado desde la última vez, sigue plana por lo que veo.

     —Sigo aquí —Me incomodó un poco que hablase así de mí como si estuviese en otra parte... Espera ¿«No ha cambiado desde la última vez»? ¿Qué última vez?

     —Estuvieses en mi cama conmigo si no fuese por él.

     Quise defenderme ya que mi compañero de anoche no dijo nada.

Déjà Vu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora