Capitulo 25

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Día uno:

Gwen había despertado sin ganas de nada, así que cociné para ella y estuvimos todo el día en mi habitación hablando de cualquier cosa menos de lo ocurrido el día anterior. En la tarde-noche, se empezó a quejar de que le dolía el pecho, así que le hice un remedio medicinal de salvia con lavanda y siguió durmiendo.

Día dos:

Siguió durmiendo en mi habitación. Se despertó en la madrugada porque le dolía el pecho, así que volví a darle el medicamento, pero su efecto no duró mucho. Al mediodía, le volví a dar la medicina, pero otra vez el efecto duró poco, solo dos horas. Le propuse a Gwen llamar a Magnus para pedirle ayuda y ella dijo que él estaba ocupado. Dixy no se alejaba de Gwen.

Día tres:

El medicamento tuvo cero efectos, así que usé un hechizo sanador que funcionó, pero lamentablemente su efecto duró medio día. Dixy empezó a actuar raro y Gwen empezó a ponerse pálida. Mi preocupación crecía porque no había manera de quitarle el malestar a Gwen; medicamentos naturales, pociones, magia, todo empezaba a ser inútil.

Día cuatro:

Gwen me pidió que la llevara a su habitación y, cuando intentó levantarse, casi se cayó. No era capaz de sostenerse a sí misma y mi estrés cada vez aumentaba porque no encontraba algo que pudiera ayudar a Gwen.

Día cinco:

Gwen había dormido toda la mañana. Le había dado ya varias pociones, pero ninguna funcionaba, y si funcionaba, era por poco tiempo. Había pensado en llamar a escondidas a Magnus, pero sabía que en este momento la salud de Gwen era demasiado delicada. Separar una pareja de soulmates después de una discusión y de haber lanzado comentarios tan hirientes era casi mortal. Gwen estaba adelgazando y por fin había encontrado un hechizo que podía ayudar a Gwen, pero su precio podía ser muy caro.

Día seis:

Las ojeras de Gwen estaban más marcadas, al igual que sus pómulos, y su cara había perdido su color totalmente. Gwen quería ver una película, así que hicimos un maratón de Harry Potter junto a Dixy.

Día siete:

Nos habíamos quedado sin comida y no podía dejar sola a Gwen. La manera en que había logrado "curarla" estaba haciendo efecto. Le pedí a Seth si me hacía el favor y él aceptó, y hoy iba a venir a dejar las compras. En eso, se escuchó el sonido de alguien tocando la puerta.

Abrí la puerta y al otro lado estaba Seth con dos bolsas en cada mano y Leah con una bolsa de compras.

—Te ves terrible —me recibió Leah. Toqué mi rostro, claro que había notado las ojeras que habían aparecido en mi rostro, lo marcado y demacrada que me veía.

—Gracias —susurré exhausta. Los dejé pasar. Ellos dejaron las compras en la cocina.

—¿Cómo están?

Seth me miró preocupado.

—Nosotros deberíamos preguntarte, te ves... —Seth pensó en qué decir—. Cansada...

—Ignóralo —Leah se acercó a mí—. Te ves terrible, pero para mi hermano eres la persona más hermosa y perfecta —se burló, actuando como si estuviera recitando algo mientras movía las manos, y Seth se sonrojó.

—Leah...

—¿Qué? —subió los hombros—. No me equivoco, ¿o sí?

Seth se encogió de hombros y volteó el rostro, avergonzado. Eso fue demasiado tierno y podía sentir sus nervios. La verdad estaba exhausta y, si duraba otro segundo de pie, me iba a caer. De eso estaba segura; las piernas me temblaban. Los hermanos se miraron preocupados y Seth se acercó a mí, preocupado, y me sostuvo de la cintura y me llevó al sofá.

I'm back bitches/Seth clearwater.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora