Capítulo 13: Phel

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—. Que idiota... — murmuró Kayn medio dormido abriéndole la puerta a Sett, quien entraba a su cuarto como un cachorrito regañado, apenado y con la orejas agachadas.

Era de madrugada, Sett había colocado a Aphelios en su cama y salido de la habitación, usando como excusa ir al coliseo esa noche, en su mente le preocupaba un poco que Yusari esparciera el rumor, pero siendo sinceros, él solo quería estar en otro sitio donde no estuviera Aphelios.

Después de lo que sucedió en su cuarto, no se sentía tranquilo estando ahí con él, necesitaba pensar, y necesitaba poder pasar la noche sin el temor de morir por un ataque al corazón por pasar mucho tiempo con Aphelios.

Fue al gimnasio, se cambió a su traje de ceremonia y organizó los encuentros de esa noche, yéndose tan pronto comprobó que todo funcionaba con normalidad. Y ahí notó su problema más inminente: no quería pasar esa noche en el cuarto de Aphelios. Ir con Garen y Wukong no era una opción, su cuarto era demasiado pequeño y no abría espacio para uno más, ir a su destruida habitación tampoco, quería algo de privacidad, Akali no era una opción pues tenía compañera de cuarto e ir con Caitlyn y Vi no sonaba como algo razonable. De manera que tomó su teléfono y marco a la única opción que le quedaba disponible: Kayn.

Lo llamó y le pidió que le dejara quedarse en su cuarto esa noche, él, obviamente molesto por ser despertado un domingo a las 3 de la mañana, hizo lo que cualquier persona razonable haría: mandarlo al demonio. Pero Sett tuvo tanta insistencia que no le quedó otra que aceptar. Además, Sett quería cumplir con su promesa, no quería dejar solo a Aphelios, y quedándose con Kayn estaba lo suficientemente cerca como para saber si estaba bien.

—. Ya sabes cómo acomodar el sofá-cama, ahora déjame dormir, maldita sea...— murmuró molesto, acostándose en su cama sin prestarle más atención a Sett. Él extendió el sofá, se quitó la chaqueta y el cinturón, quedando solo con su ropa interior y una camisa, mirando al techo, recordando cómo se veían las auroras en el cuarto de Aphelios, y la sensación suave en los labios cuando...

Dio vueltas en el sofá, avergonzado de recordar el beso con tanta facilidad, si tocaba con la punta de sus dedos sus labios, sentía que la sensación seguía ahí, latente. Pero algo no se sentía bien, realmente dudaba como había pasado ese momento, y su corazón se entristecía un poco al pensarlo en retrospectiva: Aphelios se había quedado dormido y le abría besado por accidente, y aunque el palpito en su pecho le decía que eso fue lo que pasó, el seguía con la esperanza que hubiera algo más.

No fue una sorpresa que no pudiera dormir esa noche, entre su mente recordándole el beso y armando escenarios imaginarios, había que sumar que el sofá-cama de Kayn era terriblemente incómodo, quizá no lo había notado antes porque dormía como una piedra, pero quedarse ahí ya le estaba dando dolor de espalda.

Miró la hora en su teléfono, eran cerca de las 6 y Kayn seguía durmiendo como si nada, Sett lo envidiaba, él estaría exactamente igual si no fuera por el recuerdo recurrente azotando su mente.

Se levantó con cuidado, dejando el sofá extendido con la intención de arreglarlo después, se puso de nuevo la ropa que había usado ayer, caminó despacio, procurando no hacer ruido y no despertar a Kayn, abrió la puerta e hizo lo único que se le ocurrió hacer: correr, en un intento por dejar pensar.

Corrió por todo el campus, sin usar su sudadera para entrenar, pues había llevado su ropa al cuarto de Aphelios, y claramente no iba a entrar a ir por ella. La mañana era fría, el helado aire entraba por sus pulmones, casi quemándolo por dentro, calentando todo su cuerpo hasta que quedaba agotado por correr. 

Pero el intento fue en vano, no importaba que tan rápido corriera, que tantas vueltas diera por la academia o que tan cansado estuviera como para nublar su vista, no podía quitarse de la cabeza un pensamiento: Quiero verlo.

Ceniza de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora