Capítulo 30: Promesa

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La habitación estaría en total silencio si no fuera por la respiración agitada de Aphelios, seguía despeinado y con la camisa suelta, el gaban en el brazo cargándolo como si fuera una tela pesada y la frente bañada en sudor.

—Hola... —dijo Aphelios agitado para romper el silencio. Era su voz, su forma y tono de hablar, era Aphelios de regreso.

Sett notó dos cosas que le llamaron la atención, la primera: Sus ojos, brillantes a pesar de estar irritados por el llanto.

—Hola... —respondió por impulso, en un tono cercano a un susurro.

La segunda eran sus manos, sangrando por los vidrios que aún tenían incrustados, pero a Aphelios no parecía dolerle.

—Pensé que irías a curarte —lo dijo, pero Aphelios no pareció entender de que hablaba, así que lo señaló con la mirada—. Tus manos.

Vio las palmas de sus manos rojas, con hilos de sangre cayendo por su muñeca y vistazos de luz blanca brillando cuando la giraba. Bajo la mano, sin darle mucha importancia. Le dolía, pero no era nada que no pudiera aguantar por un rato más.

—Después me encargo de esto.

Sett lo vio fijamente, en serio no parecía molestarse por eso , pero a él, a él le molestaba que Aphelios no se preocupara por si mismo.

—Ven —le dijo en tono firme, Aphelios no estaba seguro de acercarse—, te ayudaré con eso.

Aphelios se acercó despacio, sentándose frente a él. Sett se levanto al baño, se lavo las manos y busco toallas de papel, algodón y alcohol, y cuando lo obtuvo regreso con él. Contuvo el impulso de tomar su mano para arrancar los trozos de vidrio.

—La mano. — susurró, evitando verle a los ojos, pretendiendo estar concentrado organizando el alcohol y las toallas.

Sintió la mano de Aphelios apoyarse suavemente en la suya, y pudo verla con cuidado, pálida y fuerte, la examinó con detalle y notó que la sangre solo era escandalosa, no tenía tantos vidrios clavados y afortunadamente eran trozos grandes fáciles de sacar con sus garras. Tomó un pequeño trapo húmedo que sacó del baño y limpio las heridas por los lados, para poder ver bien lo que hacía. Una vez lo limpio lo suficiente saco sus garras y usándolas como pinza quitó el primer vidrio. Aphelios hizo un leve gemido de dolor, pensó que solo fue por la sorpresa, así que quitó otros dos obteniendo la misma respuesta.

—Es la primera vez que te oigo sentir dolor. — dijo retirando otro de los vidrios, mientras en su mente la imagen de Aphelios sangrando y con el costado malherido se hacía presente.

—Me han lastimado en batalla.

—Ese no es el punto —y retiro el último vidrio que tenía en la mano derecha, con un poco más de brusquedad que los anteriores. Aphelios se quejo más fuerte está vez, pero no lo regaño ni le dijo que tuviera cuidado. —. Es la primera vez que muestras dolor.

Aphelios sintió el ardor del alcohol en su mano seguido de una venda envolviéndola con firmeza, sin ser excesivamente apretada.

—El noctum me impide sentir, en general. —respondió mientras Sett envolvía lentamente la venda para que no se soltara. Él vastaya resopló un risa amarga.

—Entiendo —era una risa sarcástica que enmascaraba dolor. —. Entonces andas drogado todo el tiempo. —la mano izquierda de Aphelios se colocó en reemplazo de la derecha y Sett comenzó a limpiarla con ligera rabia.

—No tienes que hacer esto si no quieres — comentó Aphelios al ver el rostro conflictuado de Sett.

—¿Y lo harás tú? — le era difícil ocultar su enojo, pero hacía lo que podía. — Tengo experiencia en esto, no te muevas. —y arrancó otro trozo de vidrio con sus garras.

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