Capítulo 23: No me iré a ninguna parte

279 22 7
                                    

Ese domingo fue un día largo y al mismo tiempo había pasado volando, Aphelios podía caminar bien, solo se veía más  pálido de lo normal pero no parecía estar enfermo o algo parecido. El único cambio significativo era su pelo, mitad blanco mitad negro. Fuera de eso, era como si no hubiera pasado nada.

Cuando Aphelios se vio al espejo se quedó en completo silencio detallando su cabello, lo tocó nervioso, revisando las raíces y puntas, asegurándose que era real, tras comprobarlo solo dibujo una sonrisa melancólica en su rostro, en una mezcla de resignación y alivio. Sett no supo cómo debería interpretarla. 

Después de soltar su cabello Aphelios volteo a verle, y Sett sabía que iba a preguntar:

—.¿Cómo está...? 

—. Jayce está con ella, también acaba de despertar. —. Aphelios soltó un suspiro de alivio al oír eso, recargándose en el lavamanos de fría baldosa. 

Salieron esa tarde por los pasteles, Aphelios había despertado cerca de las 3 de la tarde, aún estaban a tiempo de encontrar el local abierto, y si no lo estaba, igualmente Sett abriría la puerta para entrar, no dejaba de ser su casa de todas formas. No tenían afán así que iban andando con calma, a pesar de haber dormido durante tanto tiempo él no se veía cansado, Aphelios parecía tener los ojos más brillantes, observaba con cuidado lo que le rodeaba, pero no estaba analizando el terreno como siempre lo hacía, en busca de escondites y puntos ciegos, todo lo contrario, estaba dispuesto a maravillarse con lo que veía, como si fuera nuevo para él, Sett encontró eso adorable. Se veía un poco más libre, suelto, despreocupado, y aunque eso a le parecía extraño, lo dejo pasar. 

No comió tantos pasteles como la última vez, aún no recobraba del todo el apetito, pero de igual forma disfrutaron la tarde en compañía de la madre de Sett, volviendo a hablar de plantas mientras tomaban tranquilamente una tasa de té, como lo habían hecho la primera vez que fueron juntos a esa acogedora pastelería.

Aphelios se veía adorable, con el rosado lentamente volviendo a su rostro, hablando más de lo que normalmente hacía, andando por la vida sin preocupaciones,  caminando tranquilamente con la guardia baja, demasiado baja.

Cuando Sett insinuó que era hora de regresar la sonrisa de Aphelios dejo de ser tan brillante como antes, manteniéndola aún para la madre del vastaya, Aphelios no quería volver todavía. Salieron del local y Sett fue en dirección contraria a la academia. "Sígueme", le dijo mientras andaba. 

Llegaron a un parque solitario, con algunos juegos para niños, arenero y un pequeño kiosko cubriendo una banca en el parque, Sett miro el cielo con una sonrisa.

—. Ya casi es hora. — le sonrió a Aphelios y fue hacia el pequeño quiosco, usando sus brazos para levantar todo su peso y pararse sobre el techo de esa estructura. —. ¡Sube!.

Había veces en las que Aphelios no entendía la forma de actuar de Sett, y está era una de ellas. De todas formas, no es como si eso le disgustara. 

Uso las vigas de soporte del quiosco para saltar con destreza, casi tropezándose al poner un pie en el tejado, Sett lo ayudo a sostenerse tomándole imprevisto por la cintura, incluso Aphelios se sorprendió de haber cometido un error tan simple como ese, pero Sett le sonrió divertido, lo único que pensaba era en que se veía adorable. 

El techo no era muy grande así que solo dio un paso y se sentó indicándole a Aphelios que hiciera lo mismo, camino con cuidado al avanzar y se sentó junto a él, intrigado. Podían ver todo el parque, una zona verde con el cielo despejado, dónde las sombras que dejaban las hojas de los árboles se mecían suavemente con el viento, solo escuchando el sonido del aire pasar a su alrededor.

Ceniza de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora