Caitlyn y Vi eran el espectáculo inaugural: la Reina y la Luchadora, enfrentando a otra pareja formada para el festival, nadie quisiera estar en sus lugares, pero sería mejor perder el primer encuentro contra la Reina que por cualquier otro sin posibilidades de ganar la competencia. Y por mucho que Jayce quisiera quedarse a ver el espectáculo, no podía, el siguiente evento era el suyo, abria la sección de demostración de armas, debía tener todo perfecto y en orden, pero fue ahí que un extraño mensaje llegó a su teléfono, un número desconocido, solo dándole una indicación sin contexto alguno.
Ven al edificio detrás del estadio, segundo piso tercer salón, trae a tu compañero contigo.
Jayce solo alzó una ceja extrañado, le mostró el mensaje a Viktor a su lado quién estaba preparando todo el equipo al igual que él, los dos compartieron la misma mirada de confusión, pero poco después asintieron sin mediar palabras.
Subieron por las escaleras, andando por los silenciosos pasillos con el eco lejano del combate a sus espaldas. No había un alma ahí, era de esperarse, todos estaban en el coliseo, no como ellos que estaban alejándose de él, nadie querría perderse de semejante evento, y aún así, un desconocido lo había llamado en medio de la inauguración, y él se la estaba perdiendo por ir ahí.
No tardaron en encontrar el salón, era tan grande que tenía dos entradas, la primera estaba cerrada con llave, pero la segunda no tenía puesto el seguro, Jayce giró suavemente el pomo, pero este pareció rechinar más de lo que debía, entró al salón, vacío y oscuro a pesar de tener los grandes ventanales libres y radiantes a plena luz de día, con escritorios, una mesa principal para el profesor y un tablero a sus espaldas, un salón convencional, pero no había nadie ahí, al menos aparentemente, hasta que una silueta pareció enmarcarse en medio de las sombras de la habitación. Apoyado contra la pared de brazos cruzados, cerca a la ventana, oculto entre su sombra en la pared, justo en frente de la primera puerta cerrada con llave.
—. Jayce.
—. Aphelios...
Le hirvió la sangre, sabía que era su culpa que Alune estuviera al borde de la muerte ayer, tomó aire dispuesto a gritarle, pero por una razón que desconocía se callo su grito cuando Aphelios le hizo un gesto para que hiciera silencio. Casi retoma fuerza para reclamarle, pero no lo hizo, Viktor sostuvo su brazo, mirando con calma a Aphelios, y fue ahí que lo vio: una mirada tranquila y acongojada.
—. Me alegra tanto que Phel esté bien. — recordó la suave voz de Alune al levantarse. Sin resentimiento alguno al hablar.
Se mordió la lengua por respeto a ella.
—. Gusto en conocerte, Viktor. — habló Aphelios al otro lado del salón.
—. El placer es mío. — contestó con educación, dando un paso al frente para extenderle la mano en forma de saludo. Aphelios levanto la suya, impidiendo que se acercará más a él.
—. Es mejor si no interactuamos demasiado. — un flashazo de la débil respiración de Alune llegó a la mente de Viktor.
—. Tienes razón... — se apartó lentamente.
Se veía diferente a la última vez que lo vio, a veces las academias reunían a sus representantes, Jayce siempre iba en nombre de Durandal y Caitlyn como representante de Labrys, pero en las raras ocasiones cuando ella no podía hacerlo, Aphelios tomaba su lugar.
Siempre se veía igual y siempre actuaba igual, de pocas palabras, semblante sombrío, cabello perfectamente arreglado en media coleta y uniforme impecable. Quizá por eso ahora se veía tan extraño para él, vistiendo aún el traje con el que estaba presentándose hacía poco, un atrevido smooking claro, de chaqueta cortando a mitad del abdomen, pantalones ajustados, el cabello despeinado entre negro y blanco y escuchando su voz más de lo que lo había hecho nunca. Jayce supuso que no había tenido tiempo de arreglarse, al igual que él, no tenía prevista está reunión.
ESTÁS LEYENDO
Ceniza de luna
FanfictionAphelios es el mejor estudiante de la academia Labrys, y miembro del exclusivo Club de armas divinas, un día tras el entrenamiento la directora de la academia anuncia un festival en colaboración con otra academia, la escuela Durandal. Aphelios a sid...