Escuchó la puerta cerrarse y un suspiro de cansancio seguir el ruido, cuando los ojos de Sett se cruzaron con los suyos su mirada se iluminó, los colmillos asomaron de sus labios sonrientes y sus brazos extendidos esperaban un abrazo de bienvenida. Aphelios se quedó congelado.—No tenías que esperarme para irte a dormir —le dijo Sett estrechándolo entre los brazos, irradiándolo con su calor.
—Esta bien, no quería irme a dormir sin decir buenas noches —susurró Aphelios sin forzar demasiado su voz, aún no se habían ido del todo los efectos del noctum.
Oyó a Sett soltar una pequeña risita contra su hombro y abrazar con más dulzura su cintura para verle a los ojos, brillantes esferas ámbar perdidas en él y sintió el toque suave de un beso casto contra sus labios. Aphelios aceptó, saboreando el amargo sabor de la culpa.
Podía verlo en su mirada, en sus actos y la forma de mirarlo: Sett lo amaba, tanto que ni él mismo sabría cómo cuantificarlo, de solo pensarlo sintió más presión en su pecho, la mano del vastaya se coló debajo de su camisa, el sutil pero constante roce buscando acercarse más a él y su intento apasionado por profundizar más el beso.
Aphelios colocó las manos en su pecho, temblando, apartándolo a tiempo antes de perder la compostura y dejarse llevar por el pánico.
—Espera, hay algo de lo que quiero hablar —gesticuló, estaba demasiado agitado para poder susurrar una frase comprensible.
Sett agachó sus orejas e hizo el ademán de alejarse como un cachorrito asustado.
—Esta bien, no es nada malo —le indicó Aphelios en señas erráticas, dudando en si apoyar la palma de su mano en su rostro para tranquilizarlo o no. Sett sin pensarlo tomó esa decisión por él y recostó su mejilla en ella, Aphelios ahogó un suspiro antes de comenzar a acariciarle.
—Solo quiero hablar de algo importante.
Sett seguía sin relajarse y a Aphelios tragó saliva al verlo tan confundido.
—No podemos ir más lejos que... esto, por ahora —Aphelios tragó saliva, acariciando con delicadeza el labio inferior de Sett, viéndolo perdido, con la mirada tan brillante que parecía contener llanto.
El vastaya pareció dudar de que hablaba por un instante hasta caer en cuenta a qué se refería, se alejó un poco más de Aphelios, inseguro.
—¿Tú no quieres que nosotros...? —Sett dejo la frase flotar en el aire, Aphelios se recostó un poco en el sofá dónde estaba apoyado y ladeó la cabeza, dejando escapar un suspiro que no planeaba salir.
¿Qué era realmente lo que quería, lo que sentía? Aphelios lo sabía a pesar de no querer admitirlo; estaba aterrado. Había tomado su decisión: apreciar lo que tenía con Sett, pero tenía miedo de ser débil ante la única criatura con la que se había permitido serlo.
Apoyó las manos en el espaldar del sofá para dejar de temblar. Quería Sett, tanto como para reprimir sus impulsos con tal de asegurarse de no herir a ninguno de los dos en el proceso.
—Ese es el problema —contestó, llevándose la mano al cuello acariciando el lugar donde seguramente al despertar ya no abría una marca—, si quiero...
Sett tragó saliva y se apartó lo suficiente para ver a Aphelios por completo, estaba con el cuerpo relajado, recostado sobre el sofá, una mano posada rodeando su cuello, el rostro contraído en una sonrisa confusa conteniendo el aliento por la forma como subía y bajaba su pecho. Sett contuvo un suspiro apretando los labios y con lentitud rozó el brazo elevado de Aphelios, hasta acariciar su rostro con la punta de los dedos.
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Ceniza de luna
FanfictionAphelios es el mejor estudiante de la academia Labrys, y miembro del exclusivo Club de armas divinas, un día tras el entrenamiento la directora de la academia anuncia un festival en colaboración con otra academia, la escuela Durandal. Aphelios a sid...