Capítulo 31: Permiso para matar

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El olor familiar a lavanda volvía a rodearlo al respirar, la suavidad de su cama e incluso la tímida luz de la aurora en el techo le daban la bienvenida, casi aliviados de tenerlo ahí de nuevo. Aphelios se había cambiado cuando Sett regreso con sus cosas, con su pijama morada de saco largo encima de una camisa blanca y pantalones abombados, el cabello suelto y ligero moviéndose con cuidado en el aire, mientras él le dedicaba una suave sonrisa cuando sus ojos se encontraban. Era lindo estar de vuelta.

Al irse a dormir sintió el vacío que había dejado sin querer, pensando en la última vez que había dormido con Aphelios ahí, lo vio, envuelto por completo en sus sábanas blancas enrollado sobre si mismo al borde de la cama, dándole la espalda, suspiró. Dijo que llevaría las cosas con calma, y eso era justo lo que iba a hacer.

Despertó con el sonido irritante de su alarma, agradecido de no recibir un almohadazo de Kayn como advertencia para que la apagara. Se estiró, abrió con cuidado lo ojos y sintió de nuevo la suavidad de su colchón, el techo con constelaciones grabadas y la casi nula luz que entraba por la rendija de la cortina, pero lo mejor fue escuchar los pequeños sonidos de esfuerzo, los pasos deslizándose por el piso y el ruidoso roce de la tela sonando como música para sus oídos, solo superado por la vista que tenía en frente, aquella silueta imponente danzando por toda la habitación robándose su atención tan pronto sus ojos se encontraron con él.

—Buenos días. —sonrió al darse la vuelta y verle, limpiándose un poco del sudor que caía por su frente.

—Buenos días.— contesto, encantado de verle.

No dijeron mucho más, tampoco les incomodaba que hubiera silencio entre ellos. Siguieron su rutina cómo de costumbre, Sett fue a entrenar y Aphelios se dio una ducha mientras él estaba afuera. Bajaron en camino a la cafetería, pero al llegar a la puerta solo Sett parecía querer cruzarla.

—¿No vienes?

—Tengo algo que hacer primero.

Sett dudo en silencio si preguntarle o no a dónde tenía que ir, pero prefirió no hacerlo, la expresión de calma y firmeza de Aphelios lo hizo sentirse más tranquilo.

—¿Te guardo algo entonces? — dijo con una sonrisa.

—Un mooncake estaría bien.

Lo vio irse cubierto en las sombras del pasillo, mientras él cruzaba con duda el umbral que lo separaba de la cafetería.

La cafetería estaba a reventar como ya era usual por el festival, lo bueno es que tenía el privilegio de juntarse con los miembros del club de armas divinas y evitarse una pelea para sentarse, lo malo; los murmullos eran incluso aún más fuertes a pesar del bullicio natural de la mañana. Las voces iban desde comentarios sobre si Sett también había muerto o si era verdad todo lo que Aatrox había dicho en medio de la pelea. Intentó no prestarle atención, ya tendría tiempo de hablar con Aphelios sobre cómo manejar ese tema, incluso, para su sorpresa, la misma Caitlyn lo estaba tomando con calma.

—Ese chico vuelve a soltar otro comentario al respecto y le vuelo la cabeza. — comentó mientras bebía con delicadeza su tasa de té.

Bueno, relativa calma.

—Voy a alejar la escopeta por si acaso. —dijo Vi masticando un panecillo mientras alejaba de Caitlyn el arma.

—Maldita sea, ya se acabaron el tocino, ya me estaba acostumbrando a qué me despertaras. —se quejó Kayn mientras se sentaba con todo su peso en la mesa.

—¿Tanto me extrañas?— se burló Sett.

—Por supuesto, extraño tus ronquidos al dormir tanto como el tocino al desayuno. —dijo obviamente dramático y sarcástico.

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