Capítulo 21: Juntos en desgracia

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Agitado, empapado, asustado, desorientado, atado y amordazado: así fue como llegaron con Yusari a la academia. Ni sé molestaron en tocar a la habitación, abrieron la puerta y lo lanzaron dentro, sin importarles si chocaba con algo o si había alguien del otro lado. 

Escucharon un pequeño grito de sorpresa seguido de una maldición, Caitlyn y Akali no sabían que estaban viendo, y mucho menos como debían tomarlo. Kayn estaba totalmente encapuchado, Vi golpeada y con rastros de sangre en el cuerpo que podían o no ser suyos, y el otro chico... hacía lo que podía para no cagarse encima.

Kayn se agachó y le quitó sin cuidado la mordaza de la boca, Yusari comenzó a toser, recobrando el aire que había perdido por el miedo y la tela, con los ojos llorosos y babeando.

—. ¿Qué carajo...? — Akali había despertado de golpe, tomando por instinto su daga de inmediato, perdiendo todo el sueño que tenía al verlos llegar.

—. ¿Qué es esto? — Caitlyn vio a Yusari despectiva, molesta, con los ojos cansados y sin brillo.

—. Una pequeña rata. — Kayn golpeó a Yusari en el costado, más para obligarlo a incorporarse que para lastimarlo. — Habla. — demandó.

—. ¡¿Qué mierda les pasa?! — grito cuando recolectó el aire suficiente y la fuerza necesaria para articular las palabras. Vi se acercó, limpiándose un poco de la sangre que tenía en el rostro.

—. ¿Estás en posición de pedir algo? — murmuró al acercarse a él, se agachó y le pasó el brazo por encima de los hombros. — . Mira, esto es muy sencillo — dijo en tono amable mientras le sonreía, intentado parecer la buena policía. —. Nos dices dónde está Sett y sales de aquí entero, ¿es un buen trato, no?.

—. ¡Vete a la mierda! — le sonrió descarado, ella suspiró, levantándose con pesadez.

—. Estoy intentando que no te maten, ¿es tan difícil de entender?. Escucha, no estás comprendiendo para nada la situación en la que estás, en lo absoluto, cero. — recalcó con insistencia —. No soy yo quien se mancharía las manos, de hecho, no quiero, pero para ellos — Miró a Kayn de reojo y luego señalo con la cabeza a Caitlyn. —, es el menor de sus problemas.

—. ¡No soy un traidor! — se jactó de si mismo, mostrándose más valiente de lo que en realidad era. Vi se alzó de hombros.

—. Bien, lo intenté. — respondió con desdén dando su parte por hecha, y antes de que Yusari soltara una risita victoriosa un dolor agudo se extendió por su pierna, un pisotón que se sentía más como una patada en toda su espinilla.

—. ¡Entonces es mi turno! — se burló Kayn, mientras los ojos de Yusari temblaban en miedo e ira. — . ¿Dónde está?. — Yusari no contestó, mezcló su dolor con risa, intentando tener el control de la situación.

—. Ya me cansé de esto. — Caitlyn se levantó, le quitó la daga a Akali sin preguntarle y se agachó a la altura de Yusari, apretándola contra su cuello, viéndole fijamente, con sus profundos ojos azules, vacíos y sin brillo, enfocando una mosca molesta. —. No hay muchos estudiantes que tengan permiso para matar — su voz era suave, dulce, inquietante y filosa. —, ¿sabes quiénes lo tienen, verdad?, incluso un ser insignificante como tú lo sabría.

—. ¡No puedes hacerlo cuando qu—!

—. ¿Crees que me importa? — Caitlyn le interrumpió, clavando más la daga al sentir como él tragaba saliva. —. Ni siquiera debo crear una excusa, tengo el permiso de matar a quien me plazca, y si no vas a decirnos dónde está, no tengo motivo para mantenerte respirando. — Su voz era aterradora, tan suave y potente que se filtraba sin miedo a través del eco de la tormenta, hablaba despacio, sin cuidar sus palabras y sin dudar en sus acciones. Realmente parecía que fuese a degollarlo antes de obtener una respuesta. Ella no estaba negociando, era una Reina, una que no tenía miedo a tener las manos manchadas en sangre, no era un sugerencia, estaba dando una ultimátum.

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