Cap: 4 | 𝐂𝐚𝐮𝐭𝐢𝐯𝐚

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BRIANA

Tuve que respirar medio segundo para lograr estabilizarme de las barbaridades por las que este hombre estaba acusándome. Las palabras penetraron el auge profundo de mis oídos haciéndome tambalear irrevocablemente.

¿Qué yo había hecho qué?

—Discúlpame pero estás loco— me reí de él, ignorando su mala cara— Yo no hice nada de lo que estás diciendo... es decir... si me realicé un procedimiento para tener un bebé pero...— me callé al instante de darme cuenta que estaba dándole información innecesaria— Sabes, no tengo porque contarte sobre mi, no te conozco.

Sus dientes blancos e increíblemente rectos se dejan ver cuando sonríe de oreja a oreja, es claro que en una obvia burla hacia mi.

—No me conocías y aún así entraste a mi palacio a robarme— dice.

—¡Yo no te robé nada!, ¡¿De qué hablas?!— le grité fastidiada de su actitud— Jamás he entrado aquí y jamás he robado nada. Es hora irme.

Caminé para intentar pasar a su lado esquivándolo pero su brazo en mi cintura presionando mi estómago me detuvo, le miré de reojo fúrica. Con el mismo brazo me empujó levemente hacia atrás logrando volver a ponerme frente a él.

—¿En verdad puedes seguir negando lo que hiciste?— enarca una ceja— Pensé que estando aquí sería más fácil que revelaras tu crimen.

Suspiré pesadamente sintiendo la sangre en mis venas arder poco a poco, si las miradas mataran él ya estaría en el suelo acabado.

—Por ultima vez, su alteza real— pronuncié entre dientes— Yo. No. Hice. Nada— recalqué abruptamente.

El hombre sacó de su pantalón lo que supongo era su teléfono, lo desbloqueó y buscó algo, todo esto mientras yo me moría por escapar. O ideaba un plan para golpearlo con algo.

—No te creo— murmuró mostrándome la pantalla de su celular en reproducción de un video.

Fruncí el ceño por las imágenes presentadas, donde aparecía cierta mujer saliendo del palacio con algo entre las manos, traía una gorra en la cabeza y corría como si su vida dependiera de ello hacia la salida, que hizo sin ningún problema. No se le ve el rostro en ningún momento, y solté una carcajada.

—¿Crees que soy yo?— le cuestioné dejando de mirar aquella cinta— Ni siquiera se ve realmente la cara de esa persona, ¿cómo aseguras a diestra y siniestra que soy yo?

Baja su teléfono guardándolo y no me despega los ojos de encima, posiblemente acribillándome o pensando en cómo me mandará al calabozo de su enorme palacio.

—¿Y por qué no serías tú?— dijo.

—No tienes más pruebas que ese video en donde no se ve más que a una mujer corriendo. Hay miles de mujeres en Aleric, genio— me fui a sentar de nuevo a la cama porque al parecer esta conversación iba más allá del tiempo previsto en mi cabeza.

Le escuché inspirar aire por lo bajo, se rascó la cabeza igualmente estresado que yo.

—Mira, yo tampoco se quién eres, de acuerdo— habla— Hace dos días se robaron de aquí un frasco con algo demasiado privado para mi, anoche me dijeron que encontraron registro de el en una clínica de fertilidad a la cual tú acudiste y al parecer hiciste uso de eso que me pertenecía a mi— se señaló— Por eso estás aquí, porque creo que ahora estás esperando un hijo mío.

—¡Mi bebé no es tuyo!— inmediatamente me puse de pie ante la semejante idiotez que salió disparada de su boca— Si, me hice un procedimiento para ser mamá, en una clínica, si usé un frasco, pero a mi jamás me advirtieron que era tuyo, se supone que los donadores son anónimos.

—¡Yo no soy ningún donador!

—¡Y yo ninguna ladrona!— grité— A mi el doctor me dijo que llevaron un frasco aquella mañana y la persona que lo dejó no mencionó nada más. Llevaba esperando meses por un donador así que no es mi culpa si usé algo tuyo, no era mi intención, no lo sabía, ¿cómo iba a hacerlo?

El hombre coloca una mano en su cintura y otra en su cabeza adoptando una pose ofusca y frustrada. Caminó unos cuantos pasos de lado a lado, me imagino que pensando en todo, lo cual me inquietaba.

—¿Entonces quién fue?— se gira hacia mi— Si no fuiste tú, ¿quién sacó mi frasco del palacio?

—Pregúntaselo a alguien más, porque yo no tengo una puta idea— cansada me restregué las manos en la cara, solo deseaba irme a casa y olvidar esta desagradable conversación con al parecer el príncipe de la ciudad.

—¿Ya te hiciste una prueba de embarazo?— pidió una desesperada respuesta por el tono en que dijo aquello, negué con la cabeza rascando mi frente.

—No, apenas me realizaron el procedimiento ayer, el doctor lo indicó después de las 24 horas— expliqué— Sea lo que sea, si estoy embarazada no es algo que te incumba.

La risita sarcástica que me lanzó dejó un frío en mi espalda.

—Por supuesto que me incumbe, usaste mi esperma, sea a propósito o no, pero te lo implantaron— el enojo se vió en sus facciones, caminó hasta la puerta y la abrió— Y te vas a quedar aquí hasta que logre resolver este embrollo en el que probablemente me has metido.

—¡¿QUÉ?!— corrí detrás de él— ¡No me puedes dejar aquí como a una prisionera!

Colocó su mano entre mi pecho para evitar que siguiera avanzando.

—No— sonrió macabramente— Pero mañana es mi coronación como rey de Aleric, y no permitiré que el mundo sepa que una mujer cualquiera está esperando un hijo mío.

—¡Yo no soy una cualquiera!, ¡Y no estoy esperando nada tuyo!— golpeé su mano desesperada para quitarla de mi camino— Déjame ir.

—Adoraría hacerlo porque al parecer eres indomable, sin embargo no podré, no hasta que te hagas una prueba de embarazo— dijo, forzando la puerta para poder cerrarla, pero tomé la manija jalándola hacia mi, forzándola de mi lado.

—¡No eres el rey todavía, no puedes darme órdenes!— escupí en su cara.

—No, aún no lo soy— logró vencer mi fuerza y cerrar la puerta, salté por el impacto de esta con rudeza— Pero mañana lo seré y como tu rey podré ordenarte lo que se me antoje, Briana.

Eso último lo escuché detrás de la puerta, sus pasos se alejaron poco a poco. Me quedé pasmada, literalmente helada de pies a cabeza, jalé la manija para comprobar que me ha dejado encerrada nuevamente y si, cerró con llave.

No quería espantarme, ni mucho menos hacer corajes porque la esperanza latente de que estoy esperando un hijo yacía más fuerte que nunca en mi corazón, así que debía cuidarlo, cuidarme.

Pero lo que este hombre me ha dicho en definitiva no me hacía sentir bien.

¿En verdad estaré embarazada de su... bebé?


















•NOTA DE LA AUTORA:

Hey yoooo!

Aquí inicia la emoción de la historia, estoy feliz porque me está gustando el rumbo que lleva la historia en mi cabeza.

Espero les guste :)

..Nos vemos en un nuevo capítulo.

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora