Cap: 36 | 𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐫 𝐦𝐚𝐬 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐨

301 31 28
                                    

LADY BRIANA

El dolor físico solo es momentáneo en algunos casos, puede curarse con una cirugía, con medicamentos o con fisioterapia. El dolor físico no siempre es duradero, en realidad, tiene muchas soluciones.

Pero, ¿cómo aliviar el dolor del alma?, que es un tipo de dolor asfixiante, perpetuo, profundo y que pareciera no tener arreglo. Es aquella clase de dolor que ni siquiera puede medirse, porque resulta ser inmenso, te consume por dentro, drenando cada una de tus emociones.

No todas las cosas cuando se rompen hacen algún sonido, hay cosas que simplemente se derrumban por completo, en el más siniestro y absoluto de los silencios. El alma, es de las pocas cosas que al romperse en mil pedazos no provocan nada, ningún ruido, incluso ninguna emoción, solo sabes que se ha roto cuando te quedas helada, estática, sin poder moverte. Solo estás ahí, asimilando todo.

Esa noche no derrame ni una lágrima, cuando mi madre apagó el televisor lo único que pude hacer fue tragar saliva, y quedarme en completo estado de shook.

—Dios mío, no puede ser— exclamó mi madre estallando en llanto, la miré un par de segundos, después me giré y miré a todos, quienes poseían una expresión... de miedo.

Michael bajó la cabeza, parecía derrotado, como cuando pierdes alguna apuesta o un concurso. No dijo nada, no movió un solo músculo por alrededor de cinco segundos, mientras el silencio degollante se apoderaba de la sala. De pronto se fue, Michael se fue y salió de aquí sin siquiera voltear a verme.

Mis padres se acercaron a mi después de eso, me abrazaron entre lágrimas de las que eran presos, la reina Charlotte seguía llorando en silencio, como hace un par de minutos, el señor Pierson observaba apenado la escena.

—Por Dios, mi amor— sollozó mi padre apretándome más contra su cuerpo y el de mi madre.

Pero yo estaba ahí, sin demostrar un solo rasgo de emoción, de tristeza, o de algo, mis ojos ni siquiera parpadeaban. Me congelé, de todas las maneras posibles, me petrifiqué como un maniquí en las tiendas de ropa. No era yo, era mi alma rota vaciando todo de mi.

Inmediatamente sentí como agua bajaba por mis piernas, fue una sensación extraña, húmeda. Pero el dolor físico que se supone que tendría que venir después nunca apareció.

Mis padres se alejaron al sentir aquella agua sobre sus zapatos.

—¡Briana!— fue entonces cuando la reina gritó asustada, me moví, solo para ver lo que ya era obvio— ¡Has roto fuente!, ¡Ahora!

Había un charco en el suelo, pero no había dolor.

—¡¿No te duele, cielo?!— mamá se acercó preocupada dejando de lado la noticia que acabábamos de conocer.

Lentamente me giré hacia ella, alcé mis hombros.

—No— dije, distante y fría— Pero ya viene, se que viene.

Automáticamente todos comenzaron a correr como locos, el señor Pierson fue ordenado a traer a alguien que preparara una de las camionetas reales para llevarme a un hospital. Ahora, ya no había doctor al que llamar, la única solución, era visitar un hospital de maternidad en Aleric.

Mamá y la reina me ayudaron a caminar con cuidado y salir de aquí, papá cargó las bolsas que hace unos minutos estaban armado entre todos. En cuestión de aproximadamente quince minutos, ya estábamos entrando de emergencia al hospital.

¿Por qué no me duelen las contracciones por estar apunto de dar a luz?

¿Por qué no he llorado desde que vi aquellas imágenes en la televisión del palacio?

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora