Cap: 8 | 𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐞𝐬𝐚

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REY MICHAEL

Esa misma noche no solamente el cielo se tiñó oscuro, sino también cayó sobre el palacio una penumbra que apagó la poca paz que suscitaba aquí.

No hay sentimiento, expresión o movimiento que pueda describir mi estado de shook y terror. Cuando le entregué esa prueba a Briana para que se la practicara aún existía la posibilidad, por muy mínima que fuera, de que no estuviera embarazada. Mi madre, Amber y yo fuimos unos tontos en pensar lo contrario.

Pierson me había entregado toda información y/o documentos que pudo encontrar sobre Briana Lynn y la clínica donde fue atendida, incluso del doctor que le ayudó. Desafortunadamente todo coincidía, el día en que fue robado mi frasco del palacio, la mañana en que llegó a aquel lugar, la donación que utilizó el doctor y ella, la misma Briana.

Inclusive si quisiéramos engañarnos, los tres sabíamos que la realidad estaba en nuestras narices, y odiaba pensarlo, no me gustaba aceptar o arraigarme tanto a las malas noticias que se me presentaban porque siempre ideaba algo para solucionarlo, todo lo que se atravesaba incómodamente tenía solución.

Pero esta vez, ¿cómo soluciono este problema que involucra a una mujer desconocida y al hijo que aparentemente es mío?

No, no aparentemente, lo era. Tendría un hijo, y solo quiero morirme.

Jamás entendí porque la gente deseaba tener bebés, criarlos y mantenerlos la mayor parte de su vida hasta que decidan por propia voluntad irse de casa. Los bebés representaban responsabilidades que yo no estaba dispuesto a enfrentar por gusto, no en este momento, me quedaba mucho por hacer conmigo mismo, entonces la idea de ser papá era un deseo demasiado lejano en mi, prácticamente casi nulo.

Amber conocía mis peticiones, conoce como soy y las razones por las que no quería una familia con ella, el matrimonio ya significaba mucho pero podría lidiar con ello en un futuro. Sin embargo, un bebé... un bebé no.

Y ahora está ocurriendo este embrollo donde no encuentro puerta de salida, es más, creo que mi siquiera hay una, no puedo hacer nada. Las caras compungidas, serias e invadidas de preocupación provenientes de mi madre y Amber me demostraban que compartían mi sentir.

—Necesitamos hacer algo, ella no puede venir y arruinar nuestra vida, Michael— Amber me dice en medio de un sollozo, parada frente a mi mientras discutíamos en la sala principal— ¡Si, está embarazada!, ¡Pero no puede ser tuyo, no puede!

Respiré profundamente alejando mis ojos de su llanto emergente, miré a mi madre sentada en el sillón con la mejilla recargada en la palma de su mano.

—¿Tú que opinas?— le pregunté.

Negó con la cabeza— Mejor dicho, ¿que harás tú, hijo?, ahora eres el rey de Aleric, así te prohibiera hacerte cargo de ese bebé sería inútil, la última palabra la tienes tú.

Rodé mis ojos en blanco comenzando a caminar en círculos con mis brazos sobre el pecho, mi cabeza daba vueltas en la misma sintonía que yo. Debería estar celebrando mi coronación y no resolviendo problemas relacionados a niños.

—¡Eres la reina también Charlotte!, ¡Es tú hijo, claro que puedes decirle algo!— las exclamaciones de Amber hacia mi madre me hacen voltear a ver la escena donde esta prácticamente le ruega.

—Exacto, ¿qué tienes que sugerirme, mamá?— la encaré enarcando mis cejas, completamente serio.

Por dentro, se lo que piensa, Amber sabe que pasará y por eso estamos tensos, por eso mi novia está desesperada. Todos nuestros planes de vida se han ido a la basura.

Porque todo estaba escrito en la monarquía impuesta por mi tatarabuelo, Carlos Séptimo.

—Michael...— mamá se pone de pie escudriñandome con su mirada oscura— Sabes perfectamente que hacer, conozco la clase de hombre que eres, te eduqué bien, y las reglas están escritas.

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora