Cap: 10 | 𝐏𝐫𝐨𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐬𝐭𝐢𝐨𝐧𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬

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BRIANA

—¡No tenías que pegarle!— la princesa Amber comienza a analizar la mejilla de su hermano, que por el golpe que le ha propiciado el rey se había puesto de un color rojo irritado.

—Solo fue una bofetada, no es para tanto— Michael le resta importancia cruzándose de brazos, ignorando la escena que ha montado.

Después del incidente, Amber y la reina Charlotte corrieron hasta aquí a ver qué había sucedido, y tal vez, me echarán en cara que fue mi culpa.

—Claro que es para tanto, Michael, por Dios, ¿qué son estas actitudes con Richard?— la reina bufa entorno a su hijo, el cual se ve desinteresado de la situación, por lo cual rueda sus ojos en blanco y se va del pasillo sin voltear a ver a nadie más.

Y dejándome aquí, entre ellos.

—¿Te duele?— la rubia le pregunta a su hermano tocando con la punta de su dedo la mejilla.

—No, realmente no fue para tanto— contesta él— Aunque Michael ha mejorado bastante en su fuerza.

Inmediatamente Amber se gira hacía mi fúrica, mi mandíbula se tensó.

—Supongo que no necesito preguntar de quién fue la culpa— dice entre dientes, me lo esperaba.

—Pues yo no le pegué— alcé mis hombros lista para decirle unas cuantas cosas si decidía pelear conmigo también.

Suspiró pesadamente y gruñó en mi dirección, pero me sorprendió que no haya dicho nada más, volvió a girarse hacia su hermano para seguir analizando su mejilla.

Alcé la mirada a la reina Charlotte, a quién no le pude descifrar el significado de sus ojos sobre mi, solo estaba seria, quizás lanzándome maldiciones en su cabeza o deseando que me vaya de aquí.

Le cumplí uno de sus posibles deseos, pues decidí irme antes de que algo más sucediera, fui directamente a mi habitación, sin almorzar y dispuesta a tirarme a la cama hasta que el techo caiga sobre mi matándome. Esta rutina comenzaba a agotarme y era apenas el primer día estando en el palacio, ni siquiera fue un día oficial.

No se cuanto aguante entre este nido de pájaros carroñeros.

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Al día siguiente el clima amaneció desquiciado, una tormenta cayó sobre Aleric trayendo consigo vientos alto fuertes y congelados hasta cierto punto. Mi agente de la empresa donde trabajo me ha llamado para preguntar en donde me había metido, porque no me he presentado a trabajar.

Ser agente de bienes raíces implicaba estar muy al pendiente de las oportunidades de vender alguna propiedad para ofrecérsela a los demás. No he trabajado en casi una semana. Al menos mi jefe no me despidió, inventé que estaba agonizando de alguna enfermedad rara y muy contagiosa, quiero pensar que me ha creído.

El señor Pierson me trajo hace veinte minutos una taza de café caliente sobre una bandeja, acompañado de huevos frescos con tocino y pan con mantequilla.

No tenía tanta hambre, se veía muy apetitoso todo, sin embargo, solo tomé la taza de café y le di un par de mordiscos a uno de los panes. Una vez que me bañé y abrigué con ropa cómoda salí de la habitación porque no podía quedarme resguardada ahí por siempre, se me hizo ridiculo esconderme como si hubiera hecho algo malo, reflexioné toda la noche y no me considero tampoco alguien peligroso, factor con el cual está familia me relaciona.

Cuando llegué a las escaleras principales del lugar me paré para observar la arquitectura de todo, lo único bueno de las personas que vivían aquí era precisamente el lugar donde vivían, este se parecía a los castillos de aquellos cuentos de hadas pero con un toque moderno, más actual sin dejar de ser tradicional. El color aperlado, blanco y dorado resaltaban en cada rincón del sitio, bajo mis pies iniciaba una enorme y larga alfombra roja que recorría todos los escalones.

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora