Cap: 12 | 𝐃𝐢𝐜𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝 𝐭𝐞 𝐥𝐢𝐛𝐞𝐫𝐚

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BRIANA

Su confesión repentina y nada esperada llega a mi con fuerza, dejándome más que impresionada o boquiabierta. Estaba asqueada.

—¿Qué?— miré a Michael sin poder digerir lo que acababa de decirme— ¿Se acostaron?, ¡pero son hermanos!

Él alzó sus hombros en medio de una vacilación, señaló mi cama.

—¿Puedo sentarme?— pidió, asentí inmediatamente quedándome de pie buscando respirar un poco.

¿De verdad acababa de confesar algo así?

—No lo entiendo— suspiré caminando unos pasos más de cerca— Debes estar bromeando.

—Llevo años deseando que se tratara de una broma— responde, fruncí el ceño.

—¿Podrías ser más claro?, me has tomado de sorpresa, pensé que no querías decirme el motivo de tu odio hacia Richard— murmuré.

Michael se recargó en el respaldo de mi cama, se veía afligido y desconcertado, quizás hasta confundido por alguna razón. Fui y me senté frente a él con cuidado de hacer o decir algo malo.

Supongo que este era un tema difícil para su persona, considerando que aún estaba enamorado de la princesa Amber.

—No odio a Richard— bufa entre dientes— Es mi familia después de todo, es solo que... le guardo cierto resentimiento, por lo que pasó.

—¿Y exactamente cómo pasó?— pregunté detenidamente. La curiosidad que había sembrado en mi su confesión era potente e irrevocable, deseaba que pudiera confiar en mi por un segundo.

Comenzó a jugar con sus dedos, plantó sus ojos en ese acto evitando verme, tal vez así le sería más fácil contar las cosas, o por lo que sea, sin embargo, se notaba incómodo y ansioso.

—Teníamos 17 años, Amber y yo llevábamos saliendo oficialmente por algún tiempo, créeme que siempre noté la cercanía de su hermano, Richard la protegía como a nadie, la defendía de todos y se que daría su vida por ella, era su única hermana así que traté de justificar todas esas muestras de cariño excesivo que ambos se daban incluso frente a mi.

Pausó unos segundos, quizás pensando que decir después.

—Los tres nunca fuimos verdaderamente amigos, solo convivíamos porque Amber era mi novia y Richard su hermano, éramos familia. Un día, todos estábamos de vacaciones en la casa de verano de los padres de ellos, mis tíos y reyes de Cambridge, mis padres se habían ido a dar un paseo por la bahía del puerto acompañados de ellos pero Richard, Amber y yo nos quedamos en la casa pasando el tiempo por ahí.

Noté sus hombros endurecerse, su mandíbula enfrascarse fuerte entre su quijada, parecía que luchaba consigo mismo para no perder los estribos hablando de esta historia. Tragué saliva.

—Recuerdo que yo estaba en la sala principal preparándome para un examen de la escuela, hacía poco más de una hora que los hermanos se habían perdido, no veía a ninguno por ningún lado, al principio no le di importancia pues estaba ocupado estudiando— rió con sarcasmo— Fui un iluso, porque decidí subir a la oficina de mi tío Andrew por un bolígrafo nuevo y un par de hojas, cuando llegué escuché ruidos extraños desde el pasillo, la garganta se me había cerrado, por completo.

El pulso se alteró bajo mi piel, Michael relamió sus labios y por fin se atrevió a mirarme, sombrío.

—Entonces abrí la puerta, ahí estaban ellos, y ya sabes, hacían una de aquellas posiciones que podrían parecer excitantes en otro contexto si no fuera por el hecho de que ellos la realizaban y yo los había descubierto. Amber lo abrazaba mientras enterraba sus uñas en su espalda, Richard la empotraba contra el escritorio de su padre— sonrió— ¿Has escuchando sonidos que no puedes olvidar?, bueno, yo si, los gemidos de ambos son algo que me es imposible superar.

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora