Cap: 35 | ¿𝐁𝐮𝐬𝐜𝐚𝐛𝐚𝐬 𝐮𝐧 𝐟𝐫𝐚𝐬𝐜𝐨?

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REY MICHAEL

El estrés de mi trabajo en el consulado de este mes había sido devotamente agotador y ofusco, han pasado días oscuros cargados de mucho cansancio que me obligaron a aceptar la propuesta de "mi suegro" para aliviar un poco mis ratos de adicción al trabajo.

Nunca fui un fanático del alcohol como una sustancia que resolvería mis problemas, sin embargo, no recuerdo en que segundo perdí la cuenta de cuantos vodkas y copas de whiskey ingresé en mi organismo. Ni siquiera "mi suegro" se salvó.

Ambos llegamos de vuelta al palacio de nuestra cita hechos un desastre, riéndonos como idiotas y tropezándonos con lo que se nos atravesara. Pierson y una persona más del servicio llegaron para ayudarnos, mi madre junto con Gladys hicieron lo mismo, las dos mujeres asombradas.

—¿Pero qué has hecho, Alexander?— regañó la mamá de Briana a su esposo mientras iba en su auxilio— Irse de fiesta no era una buena idea.

—No... no fuimos de fiesta— respondí algo vago apoyándome con cuidado en los hombros de mi madre, esta se quejó por mi peso.

—¿De dónde vienen, entonces?— ahora me regañó ella girándose a verme y tomándome de los brazos para poder mantenerme en pie.

—Quise invitarle... quise invitarle a mi yerno, su majestad, el rey, un par de copas, eso es todo— respondió Alexander señalándome con su dedo— ¿No es así, hijo?

En mi mente esto fue una buena idea y un excelente mecanismo para quitar el estrés, alcé mis hombros y reí en automático.

—Dios, están tan ebrios los dos— exclamó Gladys con frustración— Vámonos ya, es muy tarde— le dijo a su esposo.

—Y-Yo también me... me voy— brinqué de inmediato al tiempo en que mis palabras bailaban siendo arrastradas— Briana está esperándome— comencé a caminar lentamente hacia las escaleras principales.

—Michael, vas a caerte, deja que Pierson te lleve— indicó mi madre, de inmediato sentí unas manos en mi brazo izquierdo, mi mayordomo estaba ahí para mi.

—¡No!— alcé la voz agitandome, después me reí sin razón— Yo... yo puedo solo. Me se el camino— suspiré— Buenas noches.

—¡Michael!— volvió a exclamar mi madre.

No me detuve de mi intención de irme a dormir. Subí las escaleras a pasos torpes y tambaleándome pude llegar hasta el segundo piso, mis ojos estaban algo nublados, mis oídos tapados y la conciencia me dolerá mañana cuando despierte por la horrible resaca que seguramente tendré.

Si no conociera mejor el palacio me había perdido, pero afortunadamente logré dirigirme hasta la puerta de mi habitación ubicada al final del largo pasillo, quise buscar la llave para abrir pero segundos después recordé que mi puerta no necesita de una llave, volví a reírme cual loco demente y por fin entré, cerrando tras mi espalda.

El destello de la luz siendo encendida y lastimando mis ojos me hizo reaccionar cubriéndome con mis brazos ante el dolor de la luz cegante.

—¿Dónde estabas?— inmediatamente regresé a ver al frente y Briana viene caminando hasta mi, no muy contenta, pero hasta enojada se veía linda— Mi mamá y la tuya acaban de enviarme un texto, dicen que tú y mi padre llegaron ebrios— ella me observó de pies a cabeza, arruinado— Veo que es verdad.

Le sonreí sacando un sentimiento de felicidad que no tenía hace un segundo, me acerqué y traté de besarla pero claramente se hizo a un lado.

—Wow, ¿vas a... vas a castigarme?— cuestioné, mi lengua pesaba entre mis dientes, fui hasta la cama y me tiré boca arriba.

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora