EPÍLOGO | 𝐖𝐢𝐥𝐥𝐢𝐚𝐦 𝐌𝐢𝐜𝐡𝐚𝐞𝐥 𝐀𝐥𝐞𝐱𝐚𝐧𝐝𝐞𝐫

332 38 25
                                    

LADY BRIANA

—El matrimonio es la entrada del amor y unión en la familia, el matrimonio no tiene porque ser obligado, sino debe ser deseado, querido, anhelado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—El matrimonio es la entrada del amor y unión en la familia, el matrimonio no tiene porque ser obligado, sino debe ser deseado, querido, anhelado. Hoy es un día donde el preciado sacramento del matrimonio cobra a dos más de los hijos de Dios para unirlos eternamente, hasta el fin de los tiempos.

El sacerdote real, rodeado de tres sacerdotes más y el primer ministro de Inglaterra nos miraban después de que este primero recitara unas bonitas palabras a mitad de la ceremonia.

La capilla real de San Jorge en Aleric era el sitio perfecto para celebrar un matrimonio privado e íntimo como el que yo deseaba. En realidad, no quería una ceremonia gigantesca donde asistieran cientos de personas, por ahora mi cerebro solo buscaba tener paz y poder algún día encontrar de vuelta esa seguridad que me habían arrebatado mi ex mejor amiga y su padre.

Afortunadamente me sentí apoyada por la familia real, la reina Charlotte junto a mi madre fueron quienes diseñaron toda una boda a mi estilo y mis peticiones, con invitados sumamente cercanos y una decoración acorde a los lineamientos de la corona y la realeza.

El apoyo más importante para mi fue de mi futuro esposo, quien aceptó cada cosa que opiné, respetando la privacidad que necesitaba y pedía.

No puedo aún asimilar que estoy aquí parada en un altar, con mis padres y algunos miembros de la realeza de diferentes partes del mundo viéndonos, rodeada de los lujos religiosos de la capilla de San Jorge y con el rey de Aleric frente a mi, apunto de convertirme en su esposa.

—El Señor permite la unión de sus hijos, esperando que no lo separe el hombre— volvió a decir el sacerdote real— Les pido a los novios tomarse de las manos para proceder a sus votos matrimoniales.

Todo el recinto se hallaba en silencio, el corazón me latía en el pecho como si quisiera salir disparado. Ambos nos tomamos de las manos, sintiendo el requicio de nervios fluir entre los dos. Michael estaba ahí, vestido con su elegante traje de rey, el mismo con el que fue coronado hace casi un año, la corona real sobre su cabeza, mientras los rizos que escapaba de su coleta le golpeaban el rostro.

Tragué saliva por lo guapo que se veía, porque no dejaba de observarme de pies a cabeza, y esperaba con todas mis fuerzas que le gustara mi vestido de novia, diseñado por el modista oficial de su madre, quien armó un vestido blanco a mi medida, lleno de pedrería brillante, con un velo por detrás de mi cabello peinado en un moño alto.

Suspiré por lo bajo, necesitaba que esto terminara ya para poder llorar, cosa que deseaba hacer desde que entré caminando hasta el altar del brazo de mi padre.

—Yo, Michael, te tomo a ti Briana, para ser mi esposa, tenerte y aferrarme, de este día en adelante, para bien, para mal, en la riqueza, en la pobreza, en la enfermedad y en la salud, para amarte y apreciarte, hasta que la muerte nos separe de acuerdo con la santa ley de Dios. En la presencia de él hago este voto.

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora