Cap: 18 | 𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨𝐬𝐨 𝐜𝐚𝐬𝐭𝐢𝐠𝐨

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BRIANA

Y yo, estaba mareada.

El momento había envuelto mi cabeza en un mar de confusión y desaires donde el piso se estaba moviendo demasiado para mi, las cosas se veían dobles e incluso mis ojos se han nublado.

Noto como ambos hombres se percatan que no me siento bien, me sujetan de cada brazo y percibo que mi presión se ha desplomado.

—Briana, Briana— dicen mi nombre, pero no logro descifrar quien de los dos es.

Volteo hacia ambos, Michael parecía estar a mi izquierda y Richard a mi derecha, ¿o era al revés?

—¿Estás bien?, Briana... responde— vuelve a decir uno de ellos.

Niego con la cabeza soltándome de sus agarres, mis tacones no me ayudan a mantenerme de pie, creo que en cualquier segundo caeré al suelo, pero me contengo, restriego mis ojos y trato de buscar oxígeno.

—D-Debo irme— me alejé de ellos rápidamente para iniciar mi búsqueda hacia la salida del lugar, la música taladraba mi cabeza, como si fuera un martillo cercenando mi craneo.

—¡Briana!— la exclamación por parte de Michael y Richard llegó a mi junto con sus presencias impidiendo mi camino antes de poder salir del salón.

—No puedes irte sola, estas pálida— Michael me toma del rostro para intentar examinarme, pero Richard lo quita empujándolo un poco para hacerlo él.

—Déjame llevarte al palacio, ¿te sientes mal?— sus ojos se funden con los míos aún nublados.

Parpadeé varias veces, no tenía tiempo de esto. Definitivamente no me encontraba bien y la razón repentina no la entendía, estoy mareada, tengo náuseas y quedarme aquí parada no estaba solucionando nada.

—Aléjense de mi— susurré abriéndome paso entre ellos, corrí lo más que pude hasta la salida, afortunadamente afuera ya no habían paparazzis locos que me tomaran fotos para exhibirme o preguntarse quién era yo.

Así que lo primero que hice fue tomar un taxi y desaparecer como cenicienta para llegar a mi destino antes de la media noche. Durante el camino traté de estabilizarme aunque sea respirando repetidas veces para no vomitar y volviendo a restregar mis ojos.

Habían pasado muchas cosas en pocos minutos, entonces, mi razonamiento apenas comenzaba a procesar los hechos uno a uno.

Richard me había besado, y creo que nunca conocí a alguien tan directo como él, quién se andaba sin rodeos, sin mentiras o dándole largas a todo. La mayoría de los hombres esperaban a que una novia les cayera del cielo. Él tenía razón porque había química entre nosotros, era perspicaz en ello, sin embargo, acababa de descubrir que no era una química sexual, no sentí ese deseo voraz que percibes cuando quieres follarte a alguien. No, Richard despertaba cosas en mi que no eran sexuales.

¿Entonces que eran?, cuestionaba mi mente.

Y Michael nos vió, lo cual tampoco dejaba en paz a mi conciencia, pues supongo que infringí en mi promesa de ser discreta ante los demás, probablemente mañana o ahora mismo esté rondando una foto mía con Richard en la alfombra roja.

Asi que puedo confirmar que esta noche no fue tan buena como imaginé que sería. El mundo no conspiró en mi favor, lo que es peor, jugó contra mi.

Llegar al palacio fue terapéutico, me sentí alivida por ya no estar parada en esa fiesta y poner mis pies en al menos un terreno conocido. Subí directamente a mi habitación de huéspedes. El silencio abundaba en cada pasillo, la razón era la hora que hacía en este instante, era sumamente tarde y los sirvientes dormían.

BEBÉ REAL | Michael Jackson [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora