Podría decir que es una mañana como cualquier otra, pero hoy asistiré a la secundaria después de no haber salido por casi tres meses de casa.
Según mi psiquiatra estaba lista para volver.
No se espanten no sufro una enfermedad mental grave. Bueno, supongo que no, solo he pasado un mal momento en mi vida y eso ha cambiado muchas cosas.
Había despertado hace unos minutos, después de una noche de insomnio, estaba sentada en la cama mirando a la nada, pensando en una de muchas cosas que sucedieron en tan poco tiempo.
Escuché a mi madre llamarnos desde alguna parte de la casa.
—¡Ya tienen suficiente edad para decirles que se apresuren cada mañana!, ¡Llegarán tarde!
Será mejor que lo haga, antes de que mi hermano Aron se levante primero.
Agarré la toalla que estaba colgada detrás de mi puerta para salir y caminar rápido hacia el baño. Justo cuando él estaba saliendo de su habitación con su cabello castaño despeinado. Intercambiamos miradas con los ojos entre cerrados, en modo de desafío.
Decidí correr hasta la puerta, pero cuando llegué, él con algunos empujones me dejó afuera.
Diablos.
Pude escuchar su risa burlona desde adentro del baño.
—No tardes Aron, no quiero llegar tarde el primer día —lo apresuré molesta.
—No es mi culpa que seas lenta.
—Todos los días durante casi dieciocho años, es lo mismo, tenemos que buscar otra solución.
—Yo tengo una idea — dijo después de unos segundos.
Me acerqué más a la puerta.
—Sabía que ese cerebro de nuez serviría de algo, dila.
—Madruga.
Volteé los ojos con fastidio.
Para ser mellizos sé que soy la más madura de los dos, así que no seguiré discutiendo.
Bajé a la cocina, mi madre estaba terminando de cocinar el desayuno.—Buenos días cariño…— me sonrió, pero esa sonrisa desapareció al verme.
—¿Qué? — pregunté con el ceño fruncido.
—No dormiste por leer ese libro nuevo, ¿cierto? —se cruzó de brazos.
¿Tanto se notaba?
Me miré en el reflejo del microondas.
Claro mis ojeras de mapache eran notorias.
—No…—mentí.
—Arik, la psiquiatra dijo que…
—Que debo dormir bien si quiero mejorar—la interrumpí— Lo sé, sólo que no puedo, es difícil.
Iba a servirme una taza de café cuando mi madre me la quitó de las manos.
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Sólo un juego#1©
Teen FictionArik y Alexander, son adolescentes cuya única cosa en común son sus experiencias poco convencionales en el amor. Un día deciden dejar sus diferencias de lado, y empezar una relación falsa, donde ambos estarán beneficiados, pero también sus propios s...