Capítulo 37

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Arik.

Cuando desperté era de día.

Me volteé para ver a Xander, pero no estaba.

¿se habrá quedado conmigo anoche?
¿O se fue apenas me dormí?

Suspiré y volví a mi posición de antes.

Creo que exageré anoche. No debí pedirle que se quedara.

Estaba tan sorprendida porque vino a verme que no pude evitar decirle todo.

Escuché la puerta y me volteé rápido para ver si era Xander.

—Buenos días hija — me sonrió mamá.

—Hola mamá — sonreí leve.

Ella traía el desayuno en la mano.

Miró la mesa de noche con la comida de ayer.

—Arik, tienes que comer para poder tomar la medicina — me recordó.

—Lo sé mamá, luego me la tomaré, tranquila — me senté en la cama.

—Bien, tengo que irme a trabajar, pero Alex vendrá en un momento — dijo tomando la el plato de la mesa de noche y dejando el otro.

¿Qué?

—¿Entonces si se quedó? — le pregunté.

—Sí, sólo fue al baño — me explicó.

En ese momento entró Xander. Él tenía ropa diferente a la de ayer, tal vez sea de Aron.

—Buenos días — nos saludó.

Sonreí leve.

—Alex, has que coma por favor, me tengo que ir — le pidió mi mamá.

No tenía que decirle eso.

Ahora estoy avergonzada.

—No se preocupe, yo la cuidaré hoy — asintió con una sonrisa.

—Eso espero — le respondió mi madre con algo de seriedad, luego me miró — Aron no tarda en levantarse, también se quedará todo el día.

Asentí.

—Bien, te llamaré cuando pueda, descansa hija, te quiero — se despidió.

—Sí, yo también, nos vemos — me despedí.

Cuando Xander y yo nos quedamos solos lo miré.

—Lo siento, ella es así — me encogí de hombros.

Tal vez si finjo algo de indiferencia tal vez si parezca que sigo molesta.

Anoche quería parecer que lo estaba, pero no pude.

—Lo entiendo, sólo quiere que estés bien — dijo sin darle importancia, se sentó en el espacio de la cama junto a mi.

—No tenías que  quedarte.

Intenté no parecer tan interesada.

Acomodé mi cabello porque debo estar muy despeinada.

Él negó con la cabeza.

—Sí debía, al igual que tu debes comer.

Tomó el plato de la mesa de noche dónde estaba el nuevo sándwich y lo dejó frente a mi.

—No tengo hambre…— aparté la mirada.

—Arik, no me iré de aquí hasta que te acabes ese sándwich — me aseguró.

Hice una leve mueca mirando el plato.

Simplemente no tenía hambre.

—A ver, entonces compártelo — dijo tomando una de las mitades — Si tú te comes al menos esta otra mitad dejo de insistirte — me aseguró.

Sólo un juego#1©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora