~Sexta luna~

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¡¡ ℬ𝓊ℯ𝓃𝒶𝓈 !!
¡¡𝓨𝓸𝓲 𝓽𝓼𝓾𝓲𝓽𝓪𝓬𝓱𝓲, ℒ𝒾𝓉𝓉𝓁ℯ 𝓈𝓊𝓃𝓈 ✨!!

❀࿇C̶̶o̶̶m̶̶e̶̶n̶̶c̶̶e̶̶m̶̶o̶̶s࿇❀

࿇━━━━━━━࿇᪥࿇━━━━━━

Oh, the misery.

Everybody wants to be my enemy.

Spare the sympathy.

Everybody wants to be my enemy.

𝙽𝚊𝚛𝚛𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚎𝚗 3𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊:

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𝙽𝚊𝚛𝚛𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚎𝚗 3𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊:

Después de que la cueva dejase temblar, y ya no cayeran más minerales del techo, todos incluyendo el demonio, miraron en dirección a la bóveda rocosa, notando como había una entrada que no estaba antes. Se había hecho un agujero de gran tamaño. Quizás fuera una buena forma por donde salir, pero era demasiado peligroso, porque a lo mejor la estructura de la cueva no soportaba esa modificación y era capaz de derrumbarse.

¿Cómo abrieron un agujero desde la superficie hasta aquí? — se cuestionaba mientras sus ojos color ámbar se paseaban de un lugar a otro, inquietos y buscando al causante de aquel destrozo en su "despensa". Rechinaba los dientes frustrada y nerviosa.

Por el accidente reciente, Suma se apegó más a la más alta, no queriendo soltarla para que la protegiese si ocurría algo, como anteriormente lo hizo cuando la faja se le acercó con intención asesina.

¿Qué pasa? — se cuestionó el de la máscara de jabalí, mirando a sus alrededores buscando que fue lo que entró a la caverna, ya que al momento de aquella explosión, notó como algo a parte de trozos de techo, caía al suelo.

Está aquí...

Susurró el demonio faja mientras su vista estaba fija en un mismo lugar, a la espera de aquella persona con la que en absoluto quería toparse en aquellos momentos. Sentía todo su cuerpo de "tela" temblar por la fuerte presencia que se desprendía su recién llegado enemigo. Parte del polvo que se formó a su alrededor, entró a sus ojos ámbar, haciendo que quisiera cerrarlos por el ardor que comenzaba a sentir, mas no pudo por precaución. Sentía que si los cerraba, acabaría hecha pedazos en cuanto los abriera. 

El cúmulo de polvo se dispersó mostrando a la persona que entraba en escena. Como siempre decía, entró de una forma extravagante y la pose en la que se colocó, lo era aún más. Hincado en una rodilla, con sus dos espadas en posición de ataque. Una de ellas frente a su rostro, cubriendo la parte baja de su bello rostro, y el otro arma sobre su hombro, a un par de centímetros de quedar apoyada por completo en este. Extendió su particular nichiri, haciendo que la cadena que que las unía resonase. 

De mi origen a mi destino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora