- 𝙼𝚊𝚛𝚒𝚘𝚗𝚎𝚝𝚊.

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𝐈 𝐡𝐚𝐭𝐞 𝐢𝐭, 𝐰𝐢𝐬𝐡 𝐈 𝐜𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐭𝐚𝐤𝐞 𝐢𝐭 𝐛𝐚𝐜𝐤 '𝐜𝐚𝐮𝐬𝐞

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𝐈 𝐡𝐚𝐭𝐞 𝐢𝐭, 𝐰𝐢𝐬𝐡 𝐈 𝐜𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐭𝐚𝐤𝐞 𝐢𝐭 𝐛𝐚𝐜𝐤 '𝐜𝐚𝐮𝐬𝐞.
𝐖𝐞 𝐮𝐬𝐞𝐝 𝐭𝐨 𝐛𝐞 𝐜𝐥𝐨𝐬𝐞, 𝐛𝐮𝐭 𝐩𝐞𝐨𝐩𝐥𝐞 𝐜𝐚𝐧 𝐠𝐨.
𝐅𝐫𝐨𝐦 𝐩𝐞𝐨𝐩𝐥𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐤𝐧𝐨𝐰 𝐭𝐨 𝐩𝐞𝐨𝐩𝐥𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐝𝐨𝐧'𝐭.
𝐀𝐧𝐝 𝐰𝐡𝐚𝐭 𝐡𝐮𝐫𝐭𝐬 𝐭𝐡𝐞 𝐦𝐨𝐬𝐭 𝐢𝐬 𝐩𝐞𝐨𝐩𝐥𝐞 𝐜𝐚𝐧 𝐠𝐨.

          La finca estaba en calma después de que todos los que estaban en recuperación, salieran a dar un paseo junto a las muchachas de la finca, siendo ese su calentamiento antes de comenzar con su rehabilitación

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          La finca estaba en calma después de que todos los que estaban en recuperación, salieran a dar un paseo junto a las muchachas de la finca, siendo ese su calentamiento antes de comenzar con su rehabilitación. Aunque, al fondo del pasillo, en la distancia, se oían las risueñas carcajadas que de vez en cuando se detenían dando paso a una, igual de alegre conversa, en la que participaban tres voces, haciendo polifonía episódicamente. Al contrario de contagiarse de ese jocoso ambiente, a ellos, les causaba una sensación de vacío, el mismo que envolvía cada carcajada o palabra que salía de los labios de sus dos compañeros. Sabían que nada de lo que pronunciaban era genuino, que todo ese tiempo en el que llevaban actuando como si sus lazos no pendieran de un hilo, era una farsa, con el único propósito de proteger lo único que les quedaba que soldaba los débiles hilos de su fraternidad. 

Negando varias veces, se reusó a sumergirse en sus abatidos pensamientos, que no hacían más que quitarle el sueño por las noches, dejando que las ojeras se marcasen cada día más bajo sus orbes rojizos que brillaban mínimamente; porque si había algo que muchas veces era una complicación para él, sin duda era su gran capacidad de empatizar con la gente, siendo parte de ellos y sus problemas con la intención de ayudar, cosa que en muchos casos lograba, pero en otros no hacía más que consumirse como si esos contratiempos fueran los suyos propios. Como ahora. Con sus nudillos golpeó con delicadeza la puerta un par de veces; suficientes para que al momento oyesen una palabra de apenas cuatro sílabas que les daba permiso para poder ingresar en la habitación. Sin perder un segundo, deslizó la puerta por completo, encontrándose con una reunión familiar.

— ¡Es bueno veros, chicos! — habló energético, enseñando su hilera de dientes, que como era habitual ver de los pertenecientes al clan Uzumaki, se distinguían los colmillos más que cualquier otra pieza de esta — ¿Queréis un poco? — levantó entre sus manos el plato en su mesa, donde reposaba un trozo de esponjoso y dorado bizcocho, compuesto de varios pisos sellados con confitura; envuelto en una capa de nata, sobre la que coronaban algunos frutos rojos. 

De mi origen a mi destino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora