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𝘾𝙪𝙖𝙩𝙧𝙤
❝ 𝐉𝐚𝐦𝐚́𝐬 𝐦𝐨𝐫𝐢𝐫𝐞́, 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐚 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 ❞
— ¿Mi alma? —pregunté confundida.
—Verás, mi talento se basa en el saber de qué están creadas las almas de las personas. —explicó.
— ¿Qué no era un mito de que nosotros los vampiros no teníamos alma? —preguntó Kim curioso.
—Al parecer no. —dijo YoonGi pensativo como siempre.
—Cómo iba diciendo, no puedo ver de qué está hecha tu alma, por lo que no sabemos cuál es tu talento. —se cruzó de brazos el hermano de mi padre.
Me desanimaba un poco. Todos ya tenían y sabían cuál era su talento especial, también sabían gracias a mi tío cómo desarrollarla, pero yo no. Suspiré un poco y luego volví con mi sonrisa.
— ¡Ya descubriré mi talento! —dije positivamente falso.
Los demás sonrieron por mi entusiasmo, decidimos que ya era hora de marcharnos y los chicos ya se fueran a descansar a sus casas. Ya había anochecido, por lo que ya era hora de cenar. Caminé hacia la cocina y miré a los miembros de mi familia, estaban preparándose para la cacería de esta noche. Yo me senté en una de las bancas de la barra. Mamá me miró preocupada.
— ¿Pasa algo malo cielo? —tomó mi mentón en su mano con una dulce sonrisa.
—Aún no sé cuál es mi talento, ¿cómo se supone que lo desarrolle si no sé cuál es? —dije angustiada y colocando mis manos en mi rostro.
—Ya llegará en algún momento, eso no puede salir sólo porque lo desees. Saldrá cuando sea el momento justo.
—Gracias mamá, eres de gran ayuda. —la abracé y le sonreí.
—Nos vemos en una hora ¿está bien?
—Sí, ten buena cacería. —le sonreí y la vi salir con Julieta y Max.
—Hey hermanita. —me saludó Alexandra.
—Hola Alex. —la miré sonreír.
— ¿Por qué esa cara de murciélago?
—Solo no sé cómo desatar mi talento.
—Oh, yo lo obtuve a tu edad. No fue muy agradable saber que los demás tenían mientras yo era un vampiro común y corriente. Fui paciente y al final lo conseguí.
— ¿Me dices que no necesitaste de algún entrenamiento o algo así para tenerlo?
—Por supuesto que no, así que no te deprimas por eso. Ahora solo puedes soñar cuál tipo de talento tendrás cuando lo consigas y tratar de visualizar su progreso.
—Vaya Alex, es la cosa más inteligente que has dicho hoy. —reí a la par de ella.
—Lo sé, a veces viene, a veces va. En fin me voy de cacería. Nos vemos —se despidió con un saludo militar y desapareció en la densidad de la oscuridad.
Me levanté y más segura que nunca caminé fuera de la casa para buscar alimento digno de mí. Caminé por las aceras oscuras de la ciudad buscando alguien que se quedase hasta tarde fuera de casa. Determiné a la lejanía un grupo de chicos y chicas tomando cerca de una discoteca. Conversaban balanceándose, al parecer estaban ebrios. No quise matar a alguno de ellos, si me bebía su sangre terminaría ridículamente borracha. Caminé unas cuadras más a lo lejos y noté algo muy inusual en un callejón cercano. Un hombre estaba tratando de atracar a unos adolescentes, los tenía amenazados con un arma de fuego. Este es mío.
—Oye tú, ¿qué crees que estás haciendo? —dijo el de la pistola.
Me había colocado frente a los chicos que tanto temblaban de miedo. El hombre me miraba con mismo miedo pero poco, él era el que tenía el arma.
—Sal de aquí niña. Si no quieres que te dispare. —dijo amenazante el hombre apuntándome.
—Inténtalo. —le sonreí de forma demoníaca.
El hombre se asustó bastante. Estaba temblando, el sudor en su frente era notable. Sabía que el hombre era el asaltante, pero pareciera que yo era la del arma.
—Esta es tu última oportunidad de correr. —dijo el de la pistola con algo de miedo en su voz.
—Vamos, ¿acaso tienes miedo? Y eres tú quien tiene el arma. ¡Vamos dispara! —me acerqué a él y tomé la punta de la pistola para ponerla en mi frente. —dispara si te atreves. —le sonreí como antes.
Sin mucho después, tembló un poco pero luego se quedó quieto y el gatillo se apretó. El sonido me había segado un poco los oídos pero seguí viva. Caí de rodillas frente a él con la cabeza baja, sólo había silencio y sollozos de los adolescentes aterrorizados.
— ¿Ahora quién tiene miedo? ¿¡HE!? ¿¡QUIÉN!? —dijo con voz superior y risa enfermiza.
Aún el silencio reinaba en aquel oscuro callejón. Como los muertos revividos de sus tumbas, me levanté lentamente aun permaneciendo con la cabeza baja. El hombre me miraba estupefacto a mi reacción. Levanté lentamente mi cabeza y lo miré neutral. Mi piel absorbió la bala y luego hablé como si de una película de terror se tratase.
— ¿Qué? ¿Eso es todo lo que tienes? —le sonreí con malicia.
Los adolescentes retrocedieron poco a poco hasta salir corriendo fuera de aquel lugar. Gritaban por ayuda a la nada, a la oscuridad de la noche. Observé al hombre con superioridad.
—Si no vas a disparar, te mataré de una vez. —le sonreí.
El hombre atemorizado soltó el arma y comenzó a correr por su vida. No fue difícil matarlo con su misma arma. No me gusta tocar mucho a los hombres como los ladrones, delincuentes, violadores y esas cosas. Prefiero que mueran por sus propias desgracias. Apreté el gatillo y le di justo en la cabeza, cayendo el ahora cuerpo sin vida. Me acerqué a él y procedí a alimentarme, él es lo único que tengo, si no ya me hubiera bebido la sangre de esos dos adolescentes. Terminé mi labor y dejé el cuerpo a un lado para proseguir a salir del callejón. Es obvio que las balas de plomo no me harían nada, solo funcionan conmigo las estacas, aunque dudo realmente que la gente en su día a día lleve una estaca en el bolso. Proseguí en silencio y por pura casualidad me encontré a los dos jóvenes hablando con otro hombre, era un policía.
— ¡Mire, ella es a la que dispararon! —me señaló uno de los jóvenes.
—Oiga usted… ¿está bien? —me preguntó con miedo el otro adolescente.
—Si le cuentan a alguien los mataré. —dije sin más y dispuse a irme.