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𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙘𝙞𝙣𝙘𝙤
❝ 𝐄𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐮𝐧 𝐣𝐚𝐳𝐦𝐢̄𝐧 ❞
Los días pasaron y todo marchaba neutralmente, en la universidad le habían proporcionado un nuevo profesor sustituto y _________ no tuvo ningún otro motivo por el que atacar a alguien emocionalmente. Los exámenes se acercaban y ya le faltaba dos meses para graduarse y pasar a segundo año. Aprovechaba los días que no iba a la universidad para entrenar con Freddy, intentando manejar más los sueños o predecir más acontecimientos. En esos días no se había acontecido nada sobre el “demonio vampiro”. En una oportunidad, le cuestionó a su tío de qué se trataba, este explicaba que era algo abstracto y ambiguo, no tenía una definición realmente, le hablaba de que pocos eran los que conseguían llegar a ese estado. Le contaba que muchas veces él anheló ser un demonio completo, pues esto implicaba una fuerza encima de la sobrehumana y aumento del nivel de talento, todo depende del vampiro que lo desarrollase. Además de todo esto, te ofrecía fuerza, pero le quitaba algo muy valioso a los vampiros, el corazón, siendo inútil intentar clavarte una estaca, y puede que tuvieras la fuerza de superman pero serías incapaz de tener sentimientos, ni siquiera empatía, de ahí venía la frase: corazón de piedra.
Hace un tiempo había caído en cuenta del por qué el día del incidente en la universidad, había sido tan dura e insensible con todo lo que le molestara. Eran los claros síntomas del cambio y con ese elíxir había avanzado mucho más su estado. Las dos semanas que había permanecido entrenando y yendo a la universidad, había olvidado que tenía más amigos en el bosque, por lo que hoy se había tomado el rato libre para ir a verlos. Los extrañaba, uno más que otro por supuesto llevándose el premio.
— ¿Vas a ver a los chicos del bosque? —resonó asustando a la pelirroja y mencionándolos por el apodo que le había puesto.
—Sí Julieta, gracias por prestarme este vestido, es precioso.
—Todo para que mi hermanita encuentre novio. —le guiño el ojo soltando una carcajada y salió de la habitación.
— ¡Hay mi hermanita que está preciosa! —apretó sus mejillas su otra hermana mayor, Alex.
La anterior dicha se mantenía acostada en la cama de la más joven de la casa, escribiendo en su ordenador parte de su libro que tanto había avanzado, que casi llegaban a los últimos capítulos. A _________ no le gustaba merodear en las cosas privadas de otros, pero había algo de curiosidad en su sonrisa que quería investigar de qué tanto se aferraba su hermana para escribir con tanta seguridad. Ambas hermanas charlaban mientras que una tecleaba y la otra se maquillaba, una preguntándole que tal era el color que le quedaba mejor a la otra o con cuál personalidad debía crear a un personaje. El reloj giró sus manecillas hasta las nueve con treinta y tres, ya se le estaba siendo un poco tarde, pensaba pasar por allá a las nueve con veinte. Agarró su bolso y besó la frente de Alex como despedida, marcando el rastro de su labial en la frente de la pelinaranja, que esta desconocía de aquello.
Bajó las escaleras y pasó el corredor despidiendo a Max y Julieta que hablaban animadamente sentados cerca de la cocina, y antes de tocar la cosa que giraba y daba acceso al otro lado, se escuchó un golpe contra la madera. Seguido ella abrió y se encontró con los que planeaba ver. Su sonrisa se agrandó y soltó un chillido cuando el mismísimo TaeHyung se abalanzó sobre ella para abrazarla prometiendo haberla extrañado. Hubo varios segundos que se preguntó si habían secuestrado a Tae y lo habían remplazado por otro. Ella se despegó de él y lo miró como cosa rara, este por el contrario le sonrió con ternura. En el hombro del sobredicho se posó JiMin, le era tierno verlo pero le pareció más gracioso cuando le contestó:
—Sí, es el mismo TaeHyung.
Luego aparecieron otras dos cabezas con una sonrisa saludando a la residente de la casa Witheley que tenían enfrente. Ella los invitó a pasar con euforia y les preguntó por sus estados. La mayor de la habitación, la cual, madre de las tres niñas, el esposo de una de ellas y Julieta, Alexandra y Freddy se encontraban en la segunda planta. Se saludaron amistosamente y ofrecieron bocadillos a los invitados, aceptaron gustosos y degustaron de la pequeña merienda humana que les ofrecían. Siendo vampiros sólo tenían muestras y frascos de sangre, pero la mujer mayor sabía hacer comida humana para su suerte. Charlaron un buen rato y compartieron memorias, recordando algo de la infancia que les pareciera chistoso, hablaron de cosas triviales hasta que los interrumpió la segunda hermana al pie de las escaleras.
—¡_________!
Miró a la que reclamaba su atención, más todos la imitaron.
— ¿Acaso fuiste la que me hizo esto? —se señaló la frente.
Explotaron en carcajadas cuando sin desearlo, le salió una voz graciosa y aguda provocando la risa en sus familiares e invitados. Uno en específico se mantuvo callado en todo el ataque de risa. _________ asintió tomando su estómago y levantándose para ayudarla a quitar el manchón de su frente. A la pelinaranja no le molestaba si se reían a su costa, llevaba el roll de bufona en la familia y le era normal el resultado de sus bromas. Había notado el chico entre los invitados quien le había presentado su hermanita más pequeña, se llevaban bien. Incluso solían abuchearlos con ser almas gemelas, el chico realmente había despertado un curioso interés en la chica, le parecía interesante lo ingeniosa que podía hacer al crear situaciones en la que todos terminaran riendo, además de que era tierna e inteligente, por lo que se propuso a invitarla a una cita en la visita de hoy. Claro, cuando se le diese la oportunidad.
—De verdad me costó notarlo.
— ¿Y cómo lo hiciste?
—Me sentí cansada, me giré el computador sobre mi abdomen y por la pantalla se reflejaba mi cara. —volvió a sumergir su cara en el chorro de agua que salía del grifo. Sacó la cabeza húmeda. — ¿Ya se quitó?
_________ recostada en la puerta asintió y luego le pasó la toalla. La segunda hermana frotó con ferocidad su rostro con la esperanza de acabar seca. Terminó de sacudir el pedazo áspero de tela y la colgó a un lado. Se dio la vuelta, y cuál fue su sorpresa al encontrarse al chico que consideraba su amigo.
— ¡Hobi! —chocó puños con él y le sonrió.
—Hola Alex. —le sonrió de igual forma. — ¿Crees que podamos hablar sobre algo?
—Claro. —sonrió aún más. —Soy toda oídos.
Al otro lado de la mansión se encontraba el resto de las personas charlando animadamente, la mitad de ella vampiro y la otra mitad humana, ambos seres razonables y sociables. La más joven de los Witheley, que se paseaba por el comedor sonrió por la cara que HoSeok, le había suplicado con dejarlo a él y a su hermana a solas, tenía la esperanza en que ambos se hicieran pareja.
Aunque para ella nunca hubo suerte en ello, ambas personas que amaba no tenían interés en ella, según su propia mente. En cambio, los dos que ella juraba amar sentían atracción por ella, el vampiro se había dado cuenta que lo que parecía su mejor amiga, aparentaba perderla por causa de otra persona y se preguntaba a menudo si era real lo que decía asegurar. Mientras que el otro era un humano, un ser común y simple con un pasado tormentoso y traumático, cerrado a la llegada del amor, y que sólo consiguió encontrar en la chica del bosque, en tan solo dos meses, capturando todo su interés en su forma de hablar, en su risa, en su llanto. En ambos había florecido un jazmín, causante de la llegada de lo que ellos llamaban atracción, más era mundialmente conocido como amor.