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𝙊𝙘𝙝𝙤
❝ 𝐄𝐥 𝐥𝐞𝐧̃𝐚𝐝𝐨𝐫 ❞
Estaba justo en frente de mí, realmente me había asustado al verlo a tan corta distancia a la que nos encontrábamos aquel desconocido y yo. Me miraba con sospecha, como analizándome. Era realmente intimidante como me miraba, como si los roles se hubieran intercambiado, el cazador se había convertido en presa. Tuve oportunidad de mirarlo a los ojos, sus dos luceros color miel eran intrigantes, me decían cosas, miles de cosas. Juegos de niños, piruletas de colores y alargados toboganes, conejos sacados de sombreros, piratas con garfios, astronautas viajando por el espacio y muchas risas, montones de risas y sueños. ¿No eran muchos los que decían que los ojos eran el reflejo del alma? Podía contemplarla en él, el espíritu de un niño de siete años vivía dentro de él. Su aspecto era el de un adulto pero dentro de su interior había algo, esa esencia quebradiza como la de una flor, como la de un llanto.
No decía nada, solo subía y bajaba la mirada sobre mí. Agarré esa oportunidad e hice lo mismo. Su rostro era hermoso, de rasgos dinos, labios delicados como pétalos, rasgados ojos y suspirantes de deseo. Hombros anchos con brazos fornidos, piernas de deportista y manos extensas. Era una escultura de mármol, como un modelo. Algo en mi despertó, como la primera flor que florece después de un arduo invierno. Algo en mi interior había salido, esa misma sensación… la misma que cuando estaba junto a JungKook, cuando reía, cuando lloraba. ¿Qué me estaba pasando? Sentir que mi corazón se vuelca en sí mismo es toda una experiencia, me sudan las manos, mis pies parecen frágiles ramas a punto de desmoronarse. ¿Acaso será qué…?
— ¿Quién eres y que haces aquí? —preguntó aquel ser desconocido.
Me repuse como pude de mi drástico cambio de pensamientos y lo miré con su misma expresión. Me sentía como una cría de cervatillo al ver los primeros rayos de sol al nacer, delicada y quebradiza, pero debía determinar quién aquí era el alfa.
—Sólo una joven buscando algo. —le sonreí con algo oculto en la misma, quizás doble intención a vista de él.
— ¿Qué buscas? —preguntó con voz ronca y fría.
— ¿Acaso importa? ¿Qué buscas tú? —le respondí de igual forma.
Este me miró con sospecha, me observaba con los ojos entrecerrados, analizando cada expresión que hacía. Soltó un suspiro y se alejó de mí lentamente hasta estar en una distancia favorable. Se dio la vuelta y siguió buscando alguna cosa en el mohoso y húmedo suelo.
Aún tenía algo que me hacía vulnerable a sus palabras, como si me llenaran de estacas en todo mi cuerpo. Lo miré unos segundos atenta a intentar adivinar qué hacía.
—TaeHyung.
— ¿Qué?
—Mi nombre… es TaeHyung. —se presentó aún agachado en el suelo.