𝑹𝒆𝒅 𝑳𝒊𝒑𝒔 ━━━━ ᴊᴊᴋ ; ᴋᴛʜ[✔︎]

❪03.1❫

𝙏𝙧𝙚𝙨.1

❝ 𝐒𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞, 𝐬𝐮𝐝𝐨𝐫 𝐲 𝐥𝐚́𝐠𝐫𝐢𝐦𝐚𝐬 ❞
[•𝑺𝒖𝒅𝒐𝒓•]

—¡_________! Estás soñando. —escuché la voz de JungKook.

Abrí los ojos de par en par. Observé que mi salón estaba vacío, estaba con la cabeza recostada en la mesa. Me había quedado dormida.

—Nos extrañó no verte fuera ya, así que vine a ver si estabas aquí. —sonrió.

—Te lo agradezco, parece que la clase fue tan aburrida que me dormí. —reí aún extrañada.

Me levanté y dejé que JungKook cumpliera su parte del trato. Me llevó la mochila hasta salir, estaban los chicos esperando por nosotros. Charlaban como siempre, YoonGi con su seriedad y SeokJin con sus chistes, por no decir que eran malos.

—Ya estamos todos, andando. —dije para iniciar la marcha.

Comenzamos a caminar hacia mi hogar, todos juntos. Costumbre que teníamos, al menos pasábamos por mi casa siempre e íbamos a otros lugares interesantes. Había algo que no se me quitaba de la cabeza, era ese sueño que había tenido en clase de historia. ¿Por qué hoy, en este año, a esa hora, en ese segundo, soñé con un lobo… mutante? ¿Puede que ahora haya lobos mutantes por el bosque y no lo sabía o…? Son ellos, ¿podrían serlo? No lo creo, lo dudo enormemente.

—_________... te noto muy callada ¿en qué piensas? —se colocó a mi lado JungKook.

—No es nada importante, olvídalo. —negué con la cabeza.

—Vamos dilo, vamos. —sonrió con dulzura.

—No en serio, no es nada. —reí por el comportamiento infantil de JungKook.

—Ahora lo dices. —me señaló SeokJin. —hazlo por este guapo chico. —me guiñó el ojo.

Estaban muy insistentes en el camino, pidiendo a cada segundo qué pasaba por mi cabeza. Parecían niños rogando a sus padres para que le dejase comprar más dulces, o al menos eso hacían SeokJin y JungKook. Min por su parte ni siquiera habló nada al respecto, a veces me da miedo cuando hace eso.

—Está bien, se los diré. —suspiré ya un poco harta de la situación.

Los chicos, incluyendo al serio escucharon con atención lo que yo les explicaba. Quizás era solo una coincidencia o al parecer… era una señal de algún tipo. Solo esperaba que no pasara nada malo de aquí en adelante.

— ¡Ya llegamos! —grité para que los demás se enteraran.

—Cada vez veo esta casa más grande. —dijo Jeon con algo de angustia.

Caminamos hacia la cocina y encontramos a mamá acomodando algunos frascos de alimento vampírico en la nevera, se veía bastante concentrada. Me acerqué a ella y le da un pequeño golpecito en el hombro para que me notara a mí y a los chicos.

— ¡Oh! _________, ya llegaron. Ya saben que esta también es su casa. —les sonrió mi madre a los chicos.

—Se lo agradecemos Sra. Whiteley. —dijeron los tres al unísono.

—Bueno, me voy a ver cómo está el sótano de limpieza, nos vemos. —se despidió mi madre y se marchó en silencio.

—Vamos a saludar a Julieta y Max… aunque, no sé si sería el momento justo. Bueno es que nunca se cuándo es el momento cuando están los dos solos. —negué con la cabeza y coloqué mis dos dedos en el puente de mi nariz. — ¡ya sé!, vayamos a ver a mi tío Freddy.

Los cuatro nos dirigimos al segundo piso y subimos las escaleras en silencio, nos paramos en frente de la puerta de su oficina y yo toqué. A los dos segundos escuché las palabras “entren” y ahí lo vimos. El tío Freddy siempre había sido un hombre muy elegante. Tenía el pelo largo como el de una chica, a veces se lo agarraba con una coleta. Sus ojos siempre desaparecían al sonreír, era muy dulce de carácter. Queríamos que nos enseñara nuestros talentos, nos lo prometió y dijo que lo viéramos después de la escuela.

—Ya estamos aquí tío Freddy. —sonreí al verle ordenando algunos libros en su enorme estantería.

—Bien. —se dio la vuelta y nos sonrió como siempre. —hoy sabremos cuáles son sus auténticos talentos. —unió sus manos en un aplauso fuerte que soltó algo de polvo negro.

— ¿Qué fue eso? —preguntó YoonGi desconfiado.

—Sólo un poco de ceniza de dragón. —sonrió.

— ¿Los dragones existen?

Y así salimos al patio trasero para tener un mejor lugar para entrenar. Nos colocamos uno al lado del otro y mi tío en frente. Después de todo él sería nuestro maestro.

—A ver comencemos, primero tú YoonGi. —lo señaló con autoridad. — ¿Qué es lo que más odias de las personas?

— ¿Y ahora a qué viene esa pregunta? —bufó Min con una sonrisa burlona.

—Sólo responde. —dijo sin más.

—Las personas falsas, que mienten a diestra y siniestra. —se cruzó de brazos.

—Bien. —cerró los ojos y luego los abrió para acercarse a él poco a poco.

Eso era raro en él pero ¿qué voy a opinar? Él es el experto en esto, seguro hay una razón detrás de todo esto. Llegó hasta donde él y se inclinó a verle a los ojos, Min tenía una cara entre miedo, asco y confusión. Yo también estaría así en estos momentos, yo la verdad no sé si pensar otra cosa de mi tío. Lo miró unos minutos y luego se alejó con una sonrisa satisfecha.

—Ahora, ¿crees que alguien me ha amado alguna vez? —preguntó con total naturalidad.

— ¿Cómo voy a saberlo? —bufó una vez más.

—Mírame a los ojos y dime si tengo razón o no. —le exigió.

YoonGi se negaba a hacerlo, a lo mejor lo hizo sentir incómodo después de lo que hizo. No lo culpo, pero si esto funciona debería intentarlo.

—Vamos YoonGi, no pierdes nada con intentarlo. —animó desde su lugar JungKook.

Resignado aceptó la petición del menor y lo miró unos segundos, estaba incómodo, eso lo pude notar pero luego mostró impresión en su rostro.

—No… nunca nadie te ha amado. —se cruzó de brazos y agachó el cabeza pensativo.

— ¿Cómo lo sabes YoonGi? —le pregunté emocionada.

—Pude leerlo…—me dijo aún pensativo. —pero… ¿cómo?

—Algunos vampiros desarrollan sus talentos a través de lo que odian o en los pocos casos, lo que aman.

Esa idea me emocionaba, me sentía como una súper heroína que tendría poderes que los desarrollaría mediante ejercicios. Era placentero y eufórico.

— ¡Ahora yo! —dijo emotivo Kim.

El tío Freddy le hizo una seña que se acercara y hablaron unos segundos, yo quise preguntarle cómo se sentía tener un talento.

— ¿Cómo se siente saber que dicen cosas falsas? —me recargué en su hombro.

—Supongo que ahora me dolerá más hablar con las personas sabiendo que no dicen la verdad. —recostó su cabeza en mi brazo con cara de desilusión.

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