¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙪𝙣𝙤
❝ 𝐄𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐣𝐮𝐫𝐚𝐬𝐭𝐞 ❞
—Ya llegamos. —canturrearon.
— ¿Ustedes que hacían? —los miró con picardía JiMin.
—Nada de lo que tu pervertida mente pueda creer. —rio TaeHyung.
—Ya pensaba yo, la pequeña _________ no puede ser perturbada por ti. —se acercó a la fémina y le acarició el pelo como si de una pequeña niña se tratase.
— ¿Y quién dijo que no estoy perturbada?
— ¿¡Quién lo hizo!? —se giró a verla asustado.
—Tú. —el nombrado se sorprendió. —JiMin, ¿desde cuándo eres tú pervertido?
Los tres chicos restantes estallaron en risas y el rubio frente a ella se sonrojó a más no poder, él solo bromeaba, pero lo molestarían más veces con ello.
—Ustedes sí que no esperan un segundo para burlase de mí. —se cruzó de brazos con un puchero.
—Eres un angelito. —la fémina picó su nariz risueña.
—Y bien. —todos prestaron atención al moreno. —_________, ¿cómo te va en la universidad?
—Oh, no he ido desde hace tiempo. — respondió sin importancia.
—Debes ir, es importante que estudies para que en el futuro seas una persona exitosa. —asintió NamJoon.
—Vale, iré mañana. Pero sólo porque me lo pediste.
—Pareces su padre. —rio HoSeok.
— ¡Sólo me preocupo por ella!
La joven pelirroja se mantenía callada, pues había tocado un tema bastante delicado, como el quebradizo hielo formado sobre los objetos expuestos a la ventisca de diciembre. Sus amigos la miraron, uno de ellos entendió y se disculpó con total sinceridad.
—Lo siento mucho _________.
—No pasa nada. —negó restándole importancia.
—De verdad, no tienes por qué sentirte sola. —tomó sus manos un poco avergonzado, pero a la vez comprensivo.
El pasado de TaeHyung era todo un misterio para ella, nunca había dado indicios de mostrar algo que lo señalase. Solo tenía la mínima idea de los retratos en la chimenea. Su familia.
—Asesinaron a mis padres cuando tenía siete años.
La chica se llevó las manos a la boca enmudecida, se sentía la más desafortunada por haber perdido a su padre, pero este chico, había sufrido la total pérdida de sus padres, contando que no tenía hermanos o parientes cercanos. Se le rompió el corazón verlo agachar la cabeza y llevarse la mano a la cabeza angustiado. Su hilo se cortó, imaginando todo lo que tuvo que pasar un niño de tan solo siete años, un pequeño niño contra la vida. Se aventó a abrazarlo mientras sollozaba, esas palabras le había clavado directamente en el alma. Sentía el deber de protegerlo, resguardar ese frágil corazón de cristal, cuidarlo y preservarlo como la cosa más valiosa. Ya comprendía, entendía la mirada entristecida de él, el día que se conocieron. El alma rota de un niño a punto de desmoronarse. Abrazó con todas sus fuerzas su ser, intentando apaciguar sus infiernos internos y hasta los de ella misma. Una, dos, tres lágrimas salían de sus ojos, con el alma destrozada acarició su pelo, buscando calma en sus sollozos, refugio en sus manos.