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𝙉𝙪𝙚𝙫𝙚
❝ 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞, 𝐬𝐨́𝐥𝐨 𝐚𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 ❞
Un trio de chicos que jugaba con un bulto de ropa, tirándose esto uno al otro. Realmente parecían divertirse con este simple juego. Evitaban a toda costa que la envoltura de ropa callera al reluciente suelo de madera de Abedul. No podía ver bien sus rostros, sólo ver sus pechos desnudos, ¿acaso era una costumbre estar sin camisa? Ya no me molestaba ese hecho, pero aún me parecía raro. ¿A lo mejor eran los familiares de TaeHyung? Tal vez.
Observé todo una vez que Taehyung fue hacia al parecer la cocina, todo tenía un aspecto muy cálido y acogedor, había una chimenea encendida debajo de una repisa. Me acerqué a ella, tenía tres retratos, tomé una en mis manos. Al parecer el niño enmarcado en una foto que sostenía era TaeHyung, su cara era el recuerdo más hermoso de la infancia. Estaba junto al parecer su padre pescando en un muelle, sostenía la caña con algo de desconfianza pero firme, mientras que por otro lado estaba su padre mostrándole como atar la carnada en el anzuelo. La siguiente foto era con los padres, estaban en un día de picnic, disfrutando de la brisa que les acariciaba el rostro, el pequeño niño llevaba la boca colorada y sonriente por el jugo de frutos rojos que había degustado. El padre reía mientras que la madre intentaba sacar con una pequeña servilleta la suciedad roja de la boca de su hijo. Me causaba ternura y algo de felicidad una familia tan unida. Tomé la tercera...
-No toques eso. -me quitó en una mínima de segundo la fotografía.
- ¿Por qué?
-Es privado. -se dio la vuelta y llevó el pedazo de papel y madera a la otra planta.
-No lo odies, siempre ha sido así de reservado. -dijo una voz a mis espaldas.
Giré a comprobar la voz, era la de uno de los chicos que tanto jugaban con la ropa envuelta. Era más alto que yo, de piel ligeramente pálida y una cara alargada. Tenía una esencia divertida, como el chico que en tus peores días te hace sonreír aunque sepas que algo malo va a suceder.
-Soy HoSeok por cierto. -sonrió y pude jurar que por una milésima del segundo sentí el sol en mi rostro.
-Mi nombre es _________. -le hice un gesto agradable con la cabeza.
-Qué bonito nombre. -sonrió de igual manera. - ¡Oigan chicos, vengan a conocer a _________!
La verdad ser el centro de atención nunca me agradó pero en este punto no podía evitarlo. Se nos acercaron dos chicos más, uno era bastante bajo, solo un poco más bajo que yo, un rostro de ángel la verdad. Era bastante atractivo para ser específicamente bajo, de por suerte ya tenían cubierto sus cajas torácicas. El otro era lo contrario, alto y bronceado, tenía el rostro un poco robusto pero no dejaba de ser encantador, diría que ambos eran lindos.