Capítulo 23 Sedienta

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Estaba mareada. Me incorporé, pero solo podía sentir esa ansiedad, esa necesidad de comerse todo a mi paso. Decidí que lo mejor era bajar a comer algo, seguro que Rosita aún estaba en la cafetería. Mi cuerpo crujió cuando me levanté, pero supuse que sería cosa de las contracturas, nada nuevo. ¿Por qué tenía tanta hambre? Habría jurado que al mediodía había comido bien, había estado con Ulises y Nina, ¿por qué de pronto tenía tanta hambre? Tanta ¿sed?

Llegué a la cafetería, pero estaba cerrada.

-Ughh.-Me di la vuelta, igual necesitaba caminar un poco, podría dar un paseo por el edificio y luego volver a dormir, sí, eso funcionaría. Seguro.

Caminé durante al menos veinte minutos por los vacíos y silenciosos pasillos. Era ya bien entrada la noche cuando entré en shock y caí al suelo. Me agarré el pecho. Algo iba mal.

Olivia se despertó. Sammy estaba dormido a su lado, le dio un beso. Este solo sonrió en sueños, era muy hermoso. Se levantó, necesitaba ir al baño. Entró y escuchó el sonido del agua que caía sin cesar, otra vez la cisterna se había roto, tendría que hablar con el conserje mañana para arreglarla. No le quedaba más remedio que salir y bajar a los baños del primer piso, que eran los más cercanos a su habitación. Salió sin hacer ruido, era muy tarde y dudaba encontrarse a alguien fuera. Pensaba en Ricardo, en el miedo que le infundía su presencia y en que no soportaría todo el curso con él rondando por allí.

Todo estaba a oscuras, pero la noche era despejada y se podía ver bastante bien, pasó por delante de la cafetería y giró hacia las aulas, al fondo estaban los servicios. Pero frenó en seco al ver algo. Un bulto en el suelo que se movía de forma convulsa.

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Dio un paso, luego otro, pero se quedó petrificada.

La olí antes incluso de que hablara, su aroma, su aroma era dulce, era embriagador. Me giré y la vi de pie, observándome, parecía un cordero, me miraba con ojos de cordero, era MI cordero. Sentí los colmillos florecer, como si detectaran la sangre, me giré y volví a olfatear el aire.

-¿Hola?

Olía a miedo, pero también a dulce, a caramelo. Era tan dulce, tan embriagador.

-¿Ali?

Ali, Ali Tenía hambre, y ella estaba allí, parada, mirándome. Ladeé mi cabeza para captar bien su aroma. Sentía que el impulso era cada vez mayor. Me levanté lentamente, primero una pierna, luego la otra, mi cuerpo se balanceaba pesadamente, tenía tanta sed.

-¿Ali estás bien?

-No.

-¿Qué ocurre? ¿Te duele algo?-Silencio.-¿Ali?

-Tengo mucha sed...-Gruñí.

Y su pánico aumentó.

Renasci (Mortem 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora