Capítulo 31 Restaurar el cuerpo es doloroso.

7 0 0
                                    

Durante una semana, la comida aparecía y su aroma estaba impregnado en ella, no le veía, o al menos no solía hacerlo. Se escurría tras las sombras justo después de llamar a mi puerta. Algunas veces era incapaz de escucharle porque mis altas fiebres y los cólicos me mantenían en una ida y venida. Me daba curiosidad su forma de actuar, había pasado de prácticamente evitarme a dejarme todos los días comida en la puerta. También estaba casi segura de que lo hacía para que no volvieran a destrozar la bandeja, era un acto de bondad inesperada.

Llamaron, ya sabía la rutina, él se iría a toda velocidad y yo me precipitaría hacia la puerta para intentar verle. La bandeja era variada, como siempre, pero contenía cantidades extra de platos o bebidas que me gustaran, extra de té o café, muchas uvas o fresas. Incluso los días de pasta tenía carne extra. Al principio pensé que eran alucinaciones mías, que sería mi tío. Llamé para darle las gracias, pero él parecía no saber de qué le hablaba, se encargaba de avisar a la cafetería, pero jamás revisaba el contenido de las bandejas.

No quise darme esperanzas. Él me había dado puerta y era hora de hacer lo mismo ¿no?. Me dolía otra vez el estómago, aquellos calambres terribles, pensé que con tumbarme se me pasaría, pero esta vez era más intenso, como si fuera arrancarme el estómago. Me doblé y apreté el vientre. Sentía mi cuerpo tenso ante el dolor. Gruñí.

-¡Cómo duele!

Intenté respirar hondo, pero el dolor iba en aumento; la teoría era que no tenía que asustarme, que esto era normal, que tendría calambres, vómitos y fiebre, como cualquier problema gástrico. Pensé que sería como los cólicos cuando era niña, pero esto no tenía ni punto de comparación. Cogí el teléfono y llamé a Richard.

-Siento volver a molestarte,-un retortijón,-sí, sí estoy-otro- ¿podrías darme algo para el estómago?-otro latigazo de dolor-me duele horrores. Sí, vale, intentaré aguantar un poco. Siento haberte pillado en una reunión. No no, no pasa nada. Sí, no te preocupes, puedo aguantar, sí, sí, tranquilo, gracias.

Colgué y sentí que mi cuerpo se retorcía, mi estómago se retorcía. Mi tío me había dicho por teléfono que aquello era normal, eran cólicos de abstinencia, que ya quedaba menos. ¿Menos para qué? ¿Para que me muriera del dolor?

Me fui directa al armario, quería encontrar algo calentito para ponérmelo en el vientre, pero no había nada.

-Maldita sea

Me pasé la mano por la cara. Miré el reloj, era cerca del mediodía. Pronto vendría la comida, a lo mejor el café caliente me hacía sentir mejor. Llamaron a la puerta. Mi salvación. Otro retortijón y vuelta al suelo. Maldita sea. Venga, Alice, levántate, por favor, levántate. Con todas mis fuerzas me puse en pie y caminé hacia la puerta, giré el pomo y otro retortijón.

-Mierda, mierda...-Me agaché y abracé el estómago con mis dos brazos, me dolía demasiado, esto era una agonía.-Pff como duele, como duele.

Sentí su aroma mucho antes de que me hablara.

-¿Alice? Alice ¿qué te pasa?

Chris estaba arrodillado delante de mi, muy preocupado.

Renasci (Mortem 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora