2 - Panfleto Amarillo.

235 34 8
                                    

Capítulo 2

Alan

Estaba sentado al fondo de la clase, observando como todos entraban después de escuchar la campana.

Todos con sus pláticas juveniles, planes de fin de semana y cosas típicas en adolescentes.

La chica nueva también cruzó la puerta, tenía una sonrisa reluciente, saludaba de forma amable y llevaba un aura de unicornios, arcoíris y maripositas flotando a su alrededor.

Me molestaba demasiado.

Terminada la clase de Química todos se dispersaron por los pasillos, algunos dirigiéndose a otras aulas para la siguiente clase.

Como siempre yo iba yendo último. Desafortunadamente por lo apurada que estaba, esa chica dejó caer la carpeta en la que llevaba su basura, ósea sus tontos panfletos amarillos.

Nadie la ayudó a recogerlos y yo no iba a ser la excepción. Pero me detuvo antes de que pudiera salir ya que no había nadie más en la sala.

­ —Hey ¿Puedes ayudarme? Es que son muchos­­­ ­—sonrió de manera nerviosa.

Mierda.

Ese se había convertido en mi nuevo día menos favorito.

Resoplé en mis adentros y me encorve para ayudarla a recogerlos todos, pero sin decir ninguna palabra.

Me agradeció al cabo, pero de igual manera conserve mi silencio y me dispuse a irme.

—Soy Heather por cierto...

Me detuve y la miré con desagrado.

—Ya lo sé— volví a dar un paso hacia la salida.
­
—Claro... ¡Que tonta!—se golpeó la cabeza —Me presente a la clase, lo olvide.

Asentí con la cabeza y quise irme de nuevo.

—¡Espera!

Maldición ¿Ahora qué?

Volví a voltear hacia ella.

—Es que... aún no tengo amigos aquí, socializar es más difícil de lo que pensé—divagó—Así que como eres tan amable.... me preguntaba si... ¿Podrías ayudarme a repartir más panfletos? Terminaría más rápido si alguien me ayudara.

Muy bien, perfecto.

Y eso fue lo que necesitaba para terminar de enfurecerme.

—No deberías darle esta basura a la gente—gruñí.

—¿Disculpa?— titubeó ella.

—¿Escribiste todo esto mientras veías algún episodio de Ositos Cariñositos? ¿O de verdad eres así de lenta para hablar de temas de los cuales no tienes ni idea?

Me miró sorprendida y hasta un poco intimidada por mi repentina reacción tan molesta.

—Que tu vida sea un cuento de hadas tal vez hace que ignores los conceptos básicos de la humanidad, escribir cosas con semejante chiste y repartirlos por todo este miserable colegio da un poco de vergüenza ajena—de verdad estaba muy molesto—Para hacer estas cosas mínimo te deberías de informar del tema ¿No crees?

Ella se aclaró la garganta y trató de ponerse firme ante mí.

—Veo que al menos lo leíste y no lo tiraste —balbuceó­— Lamento que su contenido no haya sido de tu agrado, pero trataré de mejorarlo para así... ehhh— miró al suelo buscando las palabras—tener... una mejor aprobación de todos.

Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora