37 - Final.

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Capítulo Final

Susan

Él es solo un niño.

Le ha tocado vivir demasiado, es propenso a las autolesiones, sufre de trastorno depresivo mayor, tiene traumas desde la infancia y ha desarrollado desórdenes de personalidad conforme a pasado el tiempo.

Eso solo según la información que he logrado contribuir en estas dieciséis horas en las que a estado inconsciente. Aún debo hablar con él.

Tengo que ser delicada, éste es otro de los momentos difíciles que debe atravesar.

El paciente abre los ojos con lentitud, se toma la cabeza por un segundo y hace un gesto de dolor.

—Hola, ya despertaste.

El chico mira de un lado a otro en confusión, logra notar una sonda que asciende de su mano derecha y luego vuelve a dejar sus ojos en mí.

—¿Dónde estoy?—pregunta.

—Estas en la clínica de San Bernardo, soy la doctora Susan ¿Cómo te sientes?

Él preciona los ojos pasándose despacio la mano por la cara—Tuve un sueño... Una pesadilla en realidad.

—¿Recuerdas cómo fue?

Se queda mirando un momento las sabanas, rastreando el recuerdo—Una chica...

Se sujeta la cabeza, dejando la mirada en algún punto fijo, todavía tratando de encontrar el recuerdo.

De repente, como si todas las memorias se le hubiesen atravesado a la vez, abre los ojos desmesuradamente y me mira con desespero—Heather...

Esta asustado y confundido.

—¿Qué es lo que recuerdas?

Necesito rastrear el último episodio.

Traga con dificultad volviendo a mirar a todos lados—Yo... ehhh. Estaba... me golpearon la cabeza.

—¿No recuerdas nada después de eso?

Esa expresión de miedo sigue viva en su rostro. Niega con la cabeza un par de veces—Después solo recuerdo una pesadilla.

Lo analizo un segundo y después escribo en mi planilla.

—¿Fue... fue solo una pesadilla?—se le corta la voz.

Me quedo callada un momento tratando de meditar y poder decir las cosas con calma, tratando de hacer lo mejor posible mi trabajo.

—¡Dígame!—insiste levantando el tono, lo cual no me sorprende.

—Muy bien—asiento con tranquilidad—Alan, has vivido un acontecimiento delicado, debes tomártelo con calma ¿Esta bien?

El chico se reclina nuevamente hacia la cabecera y trata de controlar su respiración, sus ojos están llenos de lágrimas y se mantiene callado esperando a que hable.

—Sufriste de un golpe muy fuerte, provocado por un bate de béisbol, el cual te dejó inconsciente y la dureza con la que caíste al suelo causó una conmoción temporal. Aún así te pusiste de pié y avanzaste hacia el accidente en el puente Unidad. Donde fuiste sedado después de un ataque de pánico.

Sus labios se entumecen y con sus manos sujeta con fuerza las sabanas que lo cubren.

A veces no me gusta mi trabajo por este tipo de cosas, no quiero ser quien le confirme a las personas las desgracias que han sucedido, pero debo hacerlo.

Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora