36 - Jaque Mate.

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Capítulo 36

Heather

Las cosas pueden llegar a cambiar drásticamente tan solo en un segundo.

Su mano había estado sujeta a la mía, fría, pero llenaba de calor todo mi interior y me hacía sentir tranquila, pero un segundo bastó para que todo cambiara por completo.

Mis ojos lo divisaron desplomarse en el suelo con brusquedad por el impacto de un golpe brutal.

El espanto que me causó desciso por completo la tranquilidad del instante un segundo atrás.

—¡Alan!—me escuché desesperada arrimándomele encima de inmediato.

Mi intento de ayudarlo fue intervenido por el arrasador bloqueo de la persona a mis espaldas. Llevaba el bate de béisbol en la mano izquierda, con el cual había provocado el desplome de Alan al piso.

Fue tan fuerte el golpe que hasta pareció haberlo matado.

Me tomó fuerte de ambos brazos y los colocó detrás de mi espalda con mucha rudeza. Mis intentos de zafarme fueron inútiles, era mucho más fuerte que yo, entonces no me quedó más que gritar y pedir auxilio mientras que por su parte amarraba mis manos por detrás.

Sin predecirlo, empujó todo mi cuerpo hacia en frente haciendo que mi cabeza diera con la parte superior del auto

—¡Cállate!

La voz era siniestra y amenazante, más de hecho por que la conocía.

Iban Gaitán.

Esto no está pasando.

El miedo se me desbordaba hasta por los poros, más incluso por Alan, quién seguía inmóvil en el suelo, pareciendo solo un cuerpo sin vida.

Mi corazón latía como nunca, las lágrimas cayeron mientras soltaba sollozos por lo bajo mientras el hombre me metía al auto en contra de mi voluntad.

Con simplemente sus manos rompío el extremo de su camisa y la ató sobre mi boca obstruyendo así mis gritos de ayuda. Luego también subió sentándose en el asiento del conductor, por más de que luchara no podía hacer nada, mis manos estaban atadas y se encargó también de hacer lo mismo con mis pies una vez que estuvimos dentro del auto.

El terror era intenso, no sabía que hacer, no tenía idea de que era lo que quería. Nunca había vivido algo así, ni siquiera lo habia imaginado.

Para aumentar mi temor al máximo, encendió el vehículo de prisa siendo una fortuna para él que las llaves se encontraran allí. Yo pateaba y me movía grotescamente, era lo único que podía hacer en ese momento, quería negarme a creer que eso estaba sucediéndome.

Grité el nombre de Alan varias veces con mucha dificultad pues tenía bloqueada la boca, pero todo fue demasiado inútil, el auto se puso en marcha a toda velocidad dejando atrás a mi corazón, allí en el suelo, pareciendo muerto.

Cree un alboroto mientras mis pies y manos atadas daban con todo lo que alcanzaban en el asiento del copiloto, todo con el fin de zafarme, era lo único que quería pero cada segundo me daba más cuenta de que era sumamente inútil.

El hombre perdió la paciencia y en menos de los que pensé, vi venir su mano que golpeó con fuerza mi mejilla izquierda.

—¡¡Te dije que te callaras perra!!

La impotencia era demasiada, yo no podía hacer nada más para luchar, estaba siendo llevada por ese hombre a quien sabe donde. Recordar que solo hacia un par de horas lo había visto delante de mí con su sonrisa macabra y sus palabras de terror. Mis lágrimas salían por voluntad propia mientras que mi corazón seguía palpitando como loco, temiendo un poco más en cada latido.

Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora