Capítulo 8
Heather
Todo pasó en menos de 5 segundos, pero mientras me encontraba parada allí, estática, en medio del paso de cebra, toda parecía ir en cámara lenta.
Los frenos del camión rechinaron casi tan fuerte como las bocinas, fueron lo único que pude llegar a escuchar en mi estado de shock. Estaba helada y mi cuerpo no respondía a las ordenes de mi cerebro.
¿Este es el fin?
En un arrebato, él soltó su bicicleta y corrío hasta la orilla del asfalto donde yo estaba, sin pensarlo, me tomó del brazo y me jaló con todas sus fuerzas tirándome en la acera del otro lado. Las personas observaron impactadas mientras las bocinas de los coches resonaban y la gente gritaba maldiciendo y algunas mostraban gestos de preocupación y espanto.
La manera brusca con la que caí al suelo no pudo haber sido comparada con el impactante susto que me generó esa situación en ese momento. Me quedé en el suelo perpleja escuchando el sonido distante de las voces de las personas que gritaban en la carretera, mis manos temblaban al igual que mis rodillas y ni el papel era tan pálido como mi semblante en ese instante.
Todo fue tan repentino que nisiquiera me había dado cuenta de quién me había salvado de ese tan trágico final.
La preocupación de la gente duró aproximadamente unos 10 segundos, después todos siguieron el transcurso de sus ocupadas vidas en ese día con tanto tránsito de personas en las calles.
—¿Qué ocurre contigo? ¿Estás loca? ¿Cómo no vas a prestar atención al semáforo? ¿Tienes un tornillo flojo o algo así?—la voz de Alan regañándome.
Después de haber visto opaco todo mi alrededor lo único claro que llegué a ver fue a él delante de mí.
¿Él me salvó?
Levanté la vista estando aún en el suelo, mis ojos se tornaron llorosos y mi respiración casi se cortaba de ves en cuando. Con mi cuerpo aún temblando, me levanté como pude colocandome sobre mis pies.
—Eres así de irresponsable... ¿Qué hubiera pasado si te atropellaban? ¿Qué tienes en la cabeza? ¡¿Por un cuaderno Heather?!
Sonaba enojado, por lo ronco de su voz.
Por mi parte, se me había olvidado hasta como hablar—Yo...—se me cortó la voz—Yo casi... muero.
Bajé la cabeza y derramé una lagrima fría observando mis manos aún temblar. Me quedé así mientras los autos seguían circulando y se escuchaba el rugido de la salvaje ciudad. En medio del ostentoso ruido, tambien escuché la respiración alterada de Alan quien también bajó la cabeza pasándose una mano por la cara, me di cuenta de que estaba temblando tanto como yo.
Sin poder anticiparlo, se acercó a mí y puso sus manos sobre las mías, las cuales todavía yo miraba temblar, se sentía cálido. Volvi a levantar la vista y su rostro tenía una expreción que no había visto nunca en él hasta ese momento. De repente sentí sus brazos rodearme con mucha fuerza, mientras acariciaba la parte de atrás de mi cabeza gentilmente con su mano.
—Tranquila. Todo está bien, no te pasó nada... Estas a salvo.—dijo soltando una bocanada de aire.
Esas palabras llenaron de calor mi corazón e hicieron que más lagrimas se derramaran apresuradas mojando su camisa. Levanté mi mano derecha hacia su espalda y sujete con fuerza su ropa de volviéndole el abrazo y traté de asimilar lo que acababa de pasar allí, con mi rostro en su pecho.
Su corazón palpitaba exageradamente, entonces me pude dar cuenta de que él también se había asustado.
Cuando terminé de calmarme, reaccioné. Me percaté de lo incomodo que era estar sujetanda a él así que me alejé despacio, fregué mis lágrimas con prisa y tomé mi mochila del suelo.
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Diario de un Suicida
Teen FictionSer totalmente consumido por la aflicción resulta desesperante para Alan, quien resignado a darle otra oportunidad a la vida, toma una decisión. Esta decisión, es obstruida inesperadamente por alguien que llega para apaciguar su dolor... Un pequeño...