Capítulo 35
Heather
Todo estaba lleno de colores distintos últimamente, sin importar los obstáculos, estaba feliz.
—Ve y sigue tus sueños.
—Conquista todo a tu paso.
—Te queremos mucho.
Las chicas me envolvieron en un abrazo que me emocionó bastante. No pensé que despedirme de ellas me costaría tanto.
—Basta. Me harán llorar—dije cubriéndome el rostro con las manos y soltando una risita.
—¿Estas segura de esto verdad?—cuestionó Belén sujetando mis manos.
—Completamente.
Ellas se miraron entre sí para después sonreír en conjunto.—Estamos contigo, siempre te apoyaremos—agregó Mirta acariciando mi mejilla.
—Aunque nos hubiese encantado tenerte en el baile de graduación—intervino Rosy algo cabizbaja.
—No se preocupen, bailen mucho por mí. Y...—las apunté con el dedo—No hagan nada que yo no haría.
Asintieron mientras reíamos y nos despediamos con un último abrazo. Después las vi salir por la puerta de mi habitación y bajar por las escaleras.
Ellas habían ido a casa a ayudarme con las maletas que por cierto empacaba en secreto. La emoción se sentía a flor de piel, me sentía igual que cuando se acercaba navidad cuando era niña.
Tuve fe en que me seleccionarian para Ioánnina, pero la verdad la noticia de la confirmación me impactó y más por que Alan también había sido seleccionado. Jamás lo imaginé, pero estaba tan feliz por ambos que me sentía en las nubes.
Cosas buenas por fin pasan.
Algo me decía que pronto todo sería paz, que la tormenta estaba por terminar.
Escondí las maletas en mi armario antes de que Belinda hiciera su revisión matutina y le dediqué una mirada a toda mi habitación.
Tantas cosas habían sucedido desde la primera vez que pisé esa habitación, esa casa y esa ciudad, las fotos en las paredes me dieron nostalgia, mi corazón se removió al ver nuestras fotos familiares, iba a extrañarlos, por que a pesar de sus defectos, ellos seguían siendo mis padres.
Miré mi cama bien tendida, algo que no era muy habitual y fue como un choque de realidad, sería mi última noche allí.
Quién iba a pensarlo.
Esa tarde Alan y yo habíamos quedado en ir juntos al escondite de Albizia una última vez. No es que planearamos no regresar nunca, pero ambos extrañariamos nuestro lugar especial, así que un adiós temporal era justo.
Tomé mi celular y le escribí un mensaje:
Ya tengo todo listo. Nos vemos enseguida?
La respuesta no tardó en llegar:
Tengo que ir por algo en casa, te veré en un rato.
¿A tu casa? ¿Volverás allí?
Pero esta vez no recibí respuesta.
Esperé.
Esperé un minuto, nada. Esperé diez minutos, nada. Él no volvió a responder.
Entonces volví a escribirle otro mensaje:
Espérame ahí, iré por ti a tu casa, bueno, vieja casa, guiño, guiño.
Intenté salir con sigilo después, pero Belinda me sorprendió y a decir verdad me asustó bastante cuando abrió la puerta principal por la que iba a salir yo.
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Diario de un Suicida
Teen FictionSer totalmente consumido por la aflicción resulta desesperante para Alan, quien resignado a darle otra oportunidad a la vida, toma una decisión. Esta decisión, es obstruida inesperadamente por alguien que llega para apaciguar su dolor... Un pequeño...