Capítulo 3.

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3. Silencio

Jamás me hubiera esperado lo que sucedió.

Nunca hubiera imaginado que un hombre de mierda me intentaría violar. ¿Tan desesperada estaba esta raza solo por placer y sexo?

Para eso habían prostíbulos en el mundo, aunque gente como él nunca lo entenderían y, por eso mismo, preferían ver a una chica sola de noche por la calle y atacarla para hacerle dios sabe qué cosas.

Ahora mismo me encontraba en la fría acera de aquella oscura noche, semidesnuda, con los jeans bajados, y los pechos casi al descubierto si no fuera por el sujetador, mi camiseta muy lejos de mi y con la cara hinchada y la voz quebrada.

Mi oscuro cabello suelto, hecho un desastre, unas marcas rojas esparcidas por mis brazos por culpa de los fuertes agarres del hombre yacente muerto a mi derecha. Mi mirada estaba clavada en el suelo. Yo estaba traumada por lo que acababa de vivir, hasta que me empezó a costar respirar y pensé que moriría allí mismo: era un ataque de ansiedad.

Sentí unos pasos apresurarse hacia donde yo me encontraba sentada. Al instante sentí unos fuertes brazos alrededor de mi, haciendo que poco a poco volviera a la realidad y me calmara. Esto era un simple y cálido abrazo por parte de mis mayores pesadillas. Jaison comenzó a acariciar mi cabello y, al mismo tiempo, la realidad me golpeó: tenia al hijo del diablo abrazándome.

-¡Suéltame! -Grité con las pocas fuerzas que me quedaban, alejándome de él.

Él solo me observó, comprensivo. Y aunque sabía que estaba mal, no pude evitar detallarlo bajo aquel cielo tan intenso; sus ojos azules se veían igual de eléctricos, incluso bajo tanta oscuridad, su cabello estaba despeinado de forma rebelde y lucía tan agitado como yo.

Estaba muriéndome de frío cuando recuperé la concordancia. Me levanté de la acera y recogí mi camisa oscura que yacía a un lado del borde de la cera. Ni yo sabía cómo llegó hasta allí. Sentía como Jaison seguía cada uno de mis movimientos y bastó tan solo eso para ponerme muy nerviosa.

Él me miraba fijamente y yo solo sentía un terrible ardor en mi garganta por haber estado gritando tanto. El silencio fue interrumpido por su profunda, gruesa y ronca voz:

-Yo, lo siento mucho -la culpa en su voz era notoria y eso me bastaba para sentir que yo tenía el poder sobre él y también el de la situación. Por un momento, mis ojos bajaron a sus labios, pero solo fue algo fugaz y no creía que él lo hubiese notado.

Nos quedamos así por un momento más; mirándonos fijamente el uno al otro. Su apodo para mí siempre había sido presiosa, porque según él, eso era yo a sus ojos de forma física y también por lo que conocía de mi.

Uno de mis mayores miedos siempre fue volver a enfrentarlo o tan solo verlo, y ahora mismo, eso se había vuelto una dura y cruda realidad. Lo peor era que estábamos solos en mitad de una calle a mitad de la noche.

-¿No piensas hablarme siquiera?

-¿De qué coño debería hablarte, Jaison? ¿De lo mucho que te odio? -grité y él se volvió a acercar. Nada más estuvo a mi alcance le comencé a golpear el pecho con todas mis fuerzas. Debía de haberme desahogado con él mucho antes.

Jaison no me detuvo, dejando que lo golpeara sin ningún control y sabía que eso era porque a fin de cuentas no le haría nada de daño a su abdomen de hierro. Lo golpeé con todas mis fuerzas, hasta que no pude más y me detuve, respirando pesadamente.

-¿Estás satisfecha? -vaciló, intentado ocultar una pequeña sonrisa burlona que se escapaba de sus labios-. Vamos preciosa, sé qué anhelas besarme después de tanto tiempo, tú solo hazlo y paga las deliciosas consecuencias. -se formó una tonta sonrisa en sus labios, enojandome aún más.

-¡Jamás te besaría! Sólo eres un puto enfermo de mier-

Y sin previo aviso, estampó sus labios contra los míos.

Por un momento me encontré disfrutando de nuestro beso, de sus labios moviéndose a la perfección sobre los míos, devorandolos con lujuria, de su lengua exigiendo una entrada que nunca llegó.

Lo alejé de mi, sintiéndome estúpida.

-Jaison, casi soy abusada por tu culpa y además tú vas y le disparas, creandome un nuevo trauma, ¿Y aún así actúas como si no hubieras hecho nada? -Con soltar todas esas palabras, las lágrimas nublaron por completo mi campo de visión.

Él se acercó y no pude ver su expresión con determinación, pero lo único que hizo fue abrazarme de nuevo y yo seguí llorando en sus hombros, desahogandome. Su abrazo era muy cálido debido al calor que emanaban sus brazos. Un aroma delicioso, de una fuerte colonia masculina fue lo que inhale. Extrañé tanto este olor, esta chispa entre nosotros. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero a mí, se me hizo escaso.

Nos separamos y él limpio mis lágrimas, acunando su mano en mi mejilla.

-Preciosa, ya te he dicho cuánto lo siento -dijo, y debido a su comportamiento y la forma en la que me miraba sabía que estaba siendo sincero.

-Si -dije, sintiendo cómo un nudo se formaba en mi garganta-, yo solo... sólo quiero que me digas por qué has vuelto.

Él hizo una pausa y me observó detenidamente, de pies a cabeza, después centró su mirada en algo detrás de mi. Me giré y vi a una patrulla de policía no muy lejos de nosotros. Ellos se acercaban en nuestra dirección, con las sirenas apagadas.

-Vamos, súbete -señaló una moto negra con toques rojos parecidos al fuego, era realmente bonita y me traía numerosos recuerdos-. Sheila, sube antes de que nos vean junto al cadáver de este puto pervertido -su mandíbula se endureció.

El hombre muerto a mi lado, con sangre cubriendo su cuerpo y su ropa, el cráneo roto y con el cerebro atravesado por una bala, merecía quedarse ahí y no tener una muerta digna. Él mismo lo eligió de aquella dolorosa y retorcida forma.

No me quedó otra opción que subirme a la moto de Jaison. Subí y, con mucho miedo, dejé todo el peso de la situación en sus hombros.

Está situación me hizo preguntarme muchas cosas, ¿Qué clase de hermana menor era yo? ¿Merecía acabar como mi abusador? ¿Estaba cometiendo un error en confiar de nuevo en él?

Y, la pregunta más importante;

¿De verdad me subí a la moto del asesino de mi hermana?

Manos Ensangrentadas © (COMPLETA✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora