Capítulo 19.

105 61 59
                                    

19. El otro lado


DESCONOCIDO

El humo salía de mis fosas nasales, indicando que la energía comenzó a esparcirse por cada parte de mi cuerpo. Me sentía más vivo que nunca.

Escuché los pasos pesados de Martín acercarse en mi dirección. Él era un tipo obeso, de baja estatura y con una madre que padecía de cáncer, dato que usaría a mi favor si llegaba a negarse a mis dichos.

-¡Ya deja de consumir tanta cocaina! ¡Te vas a desmayar a este paso! ¡No seas gilipollas! -empezó con su sermón.

-No te intro metas en mis narices -mi tono de voz era medio, aunque quería gritarle. Pero tenía mis razones para no hacerlo. Necesitaba su ayuda o el plan cagaría.

-¡Piénsalo! ¡Eres muy joven como para drogarte tanto! -di una calada a mi cigarrillo, ignorándolo de mala gana-. Esta bien; no te detengas -se dio por sentado, suspirando pesadamente.

No es que alguna vez le hubiera obedecido, porque a fin de cuentas, yo era el jefe de este obeso. Recapacité un poco, tirando el cigarro al suelo antes de aplastarlo.

-Hay algo que quería comentarte -agregué, yendo directo al grano y pisando el cigarro con fuerza por segunda vez.

Él volvió a suspirar, pasándose las manos por su oscuro cabello. -Adelante jefe -respondió sin más.

Lo observé de reojo; no sabía si Martín aceptaría mi propuesta aunque le ofreciera una gran cifra de ceros.

-¿Martín, te acuerdas de ese hombre? -una expresión de incredulidad dominó su rostro por unos instantes antes de rechistar.

-¿Qué hombre? -preguntó él, incrédulo.

-Al que le envié la caja -respondí, apretando la mandíbula.

-Oh, claro que me acuerdo de él -dijo al fin, haciéndome voltear los ojos. Y otra vez, volvió esa confusión a su rostro.

-Necesito que lo traigas al almacén... Aquí -Martín abrió sus ojos como platos ante las palabras mencionadas.

-¡Imposible! ¡No puedo hacer eso! -su voz se volvió lejía para mis orejas-. ¿A qué está jugando jefe?

Lo miré con mi mirada más asesina y animal. Él retrocedió. Ninguna orden dada por mi podría ser rechazada por un tipo como él.

-Martín, sabes que no me gusta perder el tiempo. Sólo traelo aquí y punto.

-¡Pero...!-puse mi dedo índice en sus repugnantes labios.

-Shhh -quite mi dedo de sus labios, dejándolo aturdido-. Sé que tu madre tienes cáncer de piel. Podría transferirte algunos ceros, bebé de mamá.

Los ojos de Martín se cristalizaron. Acababa de tocar un nervio. Bien. Eso era justo lo que necesitaba.

-Escucha grandullón: Trae a ese hombre al almacén. Tienes dos días como máximo -Martín abrió la boca para decir algo, pero lo detuve bruscamente-. No quiero oír ni una sola palabra.

Me alejé de él, dejándolo solo. Escuche sus sollozos, pero me daban lo mismo. Él había elegido ese futuro para él.

De repente, mi móvil vibró fuertemente. Era una llamada entrante. Cogí.

-¿Hola? -decía una voz femenina al otro lado de la línea. Parecía joven.
Reconocí al segundo esa dulce voz.

-Hola B. ¿Cómo has estado? -pregunté, esperando que me regañara por llamarla así.

Manos Ensangrentadas © (COMPLETA✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora