Capítulo 16.

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16. Revelación


PRESENTE

La policía aún nos seguía. Akos pisó el acelerador con mucha fuerza. Íbamos demasiado rápido, sin duda eso causaría una gran multa. Hablo de miles de euros.

-¡Akos detén el auto! -exigí con fuerza. Gritando. Él siquiera me escuchó, solo siguió conduciendo como si nada. Entonces, Jaison lo empujó, tomado el control sobre el volante. Esto no iba a acabar bien...

-¿Acaso eres gilipollas? -le gritó Jaison. Con mucha melancolía en la voz. Jaison giró el Volkswagen en una rotonda-. ¿¡Que cojones les vamos a decir a los canallas que llevamos atrás por tu culpa, imbécil!?

-¡Que sabía yo que esas cajas estaban cargadas de droga! -su voz parecía estar al borde del quiebre. Mierda. La había cagado muy mal.

-¡Llenas de éxtasis! -le corrigió. Nervioso.

-¡Jaison detén el auto! -no faltó ni que lo pronunciara, el auto ya estaba apagado. Ya no rugía.

-Si llega a ocurrir algo, muy malo, a mí no me metáis en esta mierda- reclamé, ya que, yo no había hecho nada. Si mi nombre aparecía como "Sheila la camello" me reiría y mamá me mataría.

-Ni a mí, Akos -ahora reclamo Jaison. Que idiota, si el ya era un "malote", es decir, si yo fuera el policía, pensaría que él es el camello. Todo su espíritu grita: soy un peligro.

Unos cuantos policías bajaron del auto, dos de ellos apuntaron con sus armas al coche, mientras otro se acercaba a la ventana del conductor.
Él policía nos exigió abrir la puerta y poner las manos al aire. Y así hicimos.

-¡Manos arriba!

-¡Si! -gritamos en coro.

-¿Por qué antes no detuvieron el auto? -nos preguntó una policía rubia, insegura.

-Vero, las preguntas para luego -dijo el mismo policía de antes-. Antes de todo, ¿quiénes sois? Nombres y apellidos.

Akos tomó un largo suspiro antes de decir:

-Soy Matteo Sullivan.

Lo dijo de una manera segura, hasta yo hubiera pensado que se llamaría así. Aunque, ¿por qué estaba mintiendo? ¿que conseguiría diciendo tal chorrada? A fin de cuentas, se darían cuenta de la verdad, y quien sabe, hasta podría caerle una multa aún mayor.

-¿Y vosotros? -nos observó, atento a cada movimiento.

Mierda. No quería meter la pata. Algunos policías empezaron a tomar nota en unos cuadernos.

-Ella y yo no hemos hecho absolutamente nada -le dijo Jaison, su voz era una hilera de melancolía y cansancio.

Él policía soltó una carcajada, burlona.

-Todos vosotros, malnacidos, decís lo mismo -sus manos se formaron puños-. No hemos hecho nada -dijo con una voz chillona y pija. Como cuando respiras el aire de un globo, y después aspiras. Una voz helio. O chica pija fresa.

Manos Ensangrentadas © (COMPLETA✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora