Capítulo 22. [Versión M]

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22. ¿Quién es el desconocido?




DESCONOCIDO

-¡Dime que esto es mentira, joder! -grito con impotencia. Martin se mantiene cabizbajo, silencioso.

Lo observo con los ojos llenos de todos los sentimientos más odiables que puedan existir. Él no me devuelve la mirada. Siento como una ola de calor intenso recorre mi cuerpo.

-No...

Carl no puede haber muerto tan fácilmente. Mierda.
Uno de los hombres más importantes para Dominick acababa de irse al infierno. Toda la culpa caería en mis hombros aunque intentara dar mil razones y explicaciones de que no fui yo. Aunque, en parte, sí era mi culpa. No le había concretado a Martín el echo de que me lo tenía que traer con vida.

-Explícame mejor -hablo, después de haberme enfriado la cabeza y haber recapacitado sobre lo sucedido-. Explicame cómo lo hicieron. Desde cero.

Por fin, Martin levanta la mirada al escuchar mi tono sereno. Me observa cansado y exasperado.

-Bien -exclama, acercándose unos pasos más a mi-. Desde cero -repite y yo le hago caso omniso- Me dijiste que trajera a Carl Smith al almacén, ya que, querías vengarte de él por haberse casado con tu ex esposa, Margaret -chasquea la lengua--. Los otros hombres y yo, lo secuestramos, pero, resulta que, resultó ser más inteligente de lo que creíamos y acabó escapando. Lo perseguimos, y, desgraciadamente, no nos quedó otra opción que disparar y matarlo. ¡Había llegado casi a una estación de policía! Y eso que lo habíamos dejado muy herido.

Mis cejas se arquean automáticamente. Mi labios forman una 'O'. Lo observo atónito.

-¿No vas a decir nada Max?

Escuchar mi nombre me hace recordar en ella. Sheila, mi hija. A estas alturas deduzco que ella ya sabe sobre mi. Ella ya sabe que su padre, Max Johnson es un asesino demente.

Seguro piensa como todos: es un demente con esquizofrenia que mata por 'placer'.

Una risilla se me escapa.

Y es que ella tendria razón al pensar eso. Yo era un enfermo mental.

SHEILA JOHNSON

Hoy era el día de la boda. Se celebraba en la iglesia de San Juan de Senate, un lugar al que había acudido muy pocas veces en mi vida.

Mi madre estaba guapísima con el vestido blanco. Le quedaba sexy y marcaba mucho su figura; tenía un escote largo y revelador. Había una cinta de brillos alrededor de su cintura. Ella parecía una diosa.

Yo era su dama de honor. Llevaba puesto un vestido verde, que era ancho por la zona baja. Era preciosa; tenía un escote adornado de brillos que parecía estar sacado de película. Me sentía preciosa. Llevaba el pelo atado en un moño bajo con unos cuentos mechones reveldes por la frente, un maquillaje completo, con delineador, rimel, etc.

Aparte de mí y mi madre, el lugar era espacioso y fresco. Estaba adornado con globos, luces, brillos, todo lo que una mujer pudiese desear.

-¿Sheila? -musitó una voz femenina. Me voltee y la vi; otra dama de honor. Mi mismo vestido verde y maquillaje-. Sin duda eres tu -añade al verme con fijeza.

-Si, la misma. ¿Cómo has estado? -digo yo, mirándola un poco desconcertada.

-Bien -aparta la mirada, un poco tensa y nerviosa. -Por cierto, me llamo Sandra.

Asique la hija de Carl, la misma que vio como le abofetaba a Akos, se llamaba Sandra.

-Lindo nombre -añado antes de alejarme de ella e ir directa hacia él.

Carl Smith.

Busco a Carl con la mirada, después con las piernas, y por último, con la boca.

Nadie sabe dónde está. Un escalofrío recorre mi cuerpo. No sé exactamente por qué.

-¿Has visto al novio? -le pregunto a cualquier persona que veo pasar.

-No -responden todos.

-Que gracia -vacilo, sólo para mí.

Pronto, los invitados, mi madre y los familiares, se dan cuenta que Carl a desparecido. Carl, literalmente, a desaparecido, no está en ningún lado.

Mi madre se sienta, exhausta, y observo como se muerde el labio inferior, reteniendo las lágrimas que persisten con rabia. Me acerco a ella y la envuelvo en un cálido abrazo, al fin, ella se desploma sobre mi hombro y empieza a llorar como una niña herida. Intento darle ánimos, pero ella está demasiado herida.

-Mama, lo siento tanto -susurro cerca de su oreja, aunque sé que el daño ya está echo.

-No es tu culpa -dice entre tanto llanto. Me observa con sus claveles verdosos ya un poco rojos, añadiendo -Sé que has sido tú... Max.

[...]

- - - DOS DÍAS DESPUÉS - - -

La noticia circulaba libremente por todos los medios: El empresario de los edificios «Arnol», Carl Smith, a aparecido muerto justo unas pocas horas antes de su boda con Margaret Johnson. No se han encontrado culpables, por el contario, bastantes sospechosos. Entre ellos resaltan unos cuantos nombres...

Toda la ciudad estaba sometida a un clima de terror. Mi futuro padre, el que me debía millones de explicaciones, acababa de ser prácticamente asesinado por debajo de mis narices.

Mi madre soltó una burrada el día de su boda: «Se que has sido tú Max»

Quizás no fuera una burrada.

Pero, ¿Por qué razón papá mataría a mi futuro padre, y al futuro esposo de su ex esposa?

Dos de mis neuronas hicieron click.

La respuesta había estado delante de mi todo este tiempo; Max, mi padre, aún amaba a mama, y no quería que un hombre tan inteligente como Carl, se casara con una mujer tan hermosa como Margaret. Se le llama envidia.

Maldito seas Max. Ya no lo quería ni considerar mi padre. Me daban arcadas tan solo pensar todo aquello.

En fin, había quedado con mi ex mejor amigo, Liam. Él había estado circulando con el usb, el mismo que me dio Carl, por unas cuantas páginas, en las cuales, según me afirmó, había descubierto mucha información.

Estaba impaciente por verlo. Faltaba una hora para nuestro encuentro en su casa. Me di una ducha con agua fría, para despertar de tanto caos.

Me vestí con la ropa de siempre, unos pantalones campana verdes con un crop top negro arriba, junto con una chaqueta de cuero verde. Era un outfit muy sofisticado. Me peine el pelo, después de cien siglos, agregando unas cuantas capas de rimel a mis pestañas junto a un delineado fino.
Al fin no parecía una mujer de cuarenta.

Bajé con desgano las escaleras.

-¿Te vas? ¿A dónde? -pregunta mamá, quien aún estaba muy afectada. Estos dos días yo había sido su mano derecha. Estaba parada al margen de la puerta, con su anorak azul.

-He quedado con Liam. Dijo que era importante -respondo, un poco alterada. Mama solo asiente, entrando a la cocina.

Agarro mi bolso, saliendo de la casa.

Kelly

Sacudo mi cabeza, no me apetece pensar demasiado. Camino hacia el parque y distingo un cabello rubio por encima de otros. Es Liam, sin duda.

-¡Liam! -él se percata de mí presencia, y cuando se voltea, observo con temor como su cara está pálida y tiene una expresión de muchísimo terror en su rostro.

¿Qué ha pasado aquí?
¿Qué ha descubierto?

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Hoy hay doble (×2) de actualización de capítulos. Pasa a leer el siguiente ⬇️

Manos Ensangrentadas © (COMPLETA✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora