Capítulo 18.

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18. Continúa

«Se acercaba la hora
de la verdad.
La hora de descubrir
quién era en realidad»

SHEILA.

-¡Sheila! ¡No te puedes ir así como así! ¡Ni siquiera sabes dónde se encuentra él! -gritaba mi madre a mis espaldas. Su voz se quebrantaba, pero eso a mí ya no me afectaba.

Me giré sobre mis pies. Platando cara a mamá. Sus ojos estaban cristalizados, al borde del derrame.

-¡¿Mamá tú lo sabías?! -grité-. ¿¡Tú sabías siquiera que papá era un maldito enfermo!? ¡Un demente sin duda! -la frustración no me dejaba mirar directo a los ojos de mama. Bajé la cabeza. Mi corazón se encogía más y más al pasar de los segundos.

Ella suspiro en resignación. Se sentó en el sillón marrón de la sala. Su mirada parecía estar pedida de la realidad. A miles de kilómetros de ella.
Al fin, habló:

-¿Y que quieres que le hubiera dicho a mi hija? ¿Que su padre era un enfermo mental y que yo lo descubrí hace poco? -levantó la mirada. No me sentía bien conmigo misma en ese momento-. Me divorcie de Max al saber de su esquizofrenica pasión. ¿Qué más esperabas que hiciera? Yo solo deseaba lo mejor para ti.

-Hm...

***
Unas horas antes...

-Terminemos de ver esto -inquiri, los nervios me consumían con el pasar del video.

-Si.

Carl estaba a mi izquierda. El USB contenía un video demasiado retorcido y perturbador. Todo involucrado con mi supuesto padre.

El video seguía: Mi padre ya cargaba con unos treinta y pico de años. La cámara iba pillando calidad al pasar de los años. Max iba haciendo cosas muy perturbadores. Cada vez más fuertes. Solía repetir la frase: solo curioseo sobre los humanos. Algún día empezaré conmigo. Después soltaba grandes carcajadas. El video seguía. Hubo escenas que Carl adelantaba. Eran demasiado atroces, según él. Mi padre amaba hacer autopsias, amaba descuartizar cuerpos, en especial los órganos como los intestinos. Las escenas que comenzó a adelantar Carl se volvieron demasiadas. Todo el rato adelantaba una que otra cosa. Mi padre era muy detallista, por lo cual, me fijé en que había siempre una foto que llevaba entre manos. Era una foto de mi madre. Margareth. ¿Cuántos años llevaban casados?

Nunca le hice esta pregunta tan sencilla a mi madre. Tiempo. Ahora era tiempo perdido. Que sé yo.

-¿Puedes, por favor, parar de adelantar cada parte? Creo que ya e visto suficiente como que para ahora salga algo mucho peor.

-Quizás tengas razón, pero las partes que adelanto sí las podrás ver. Sólo necesitas crecer un poco más.

-¿Crecer un poco más? Te lo repito: He visto lo suficiente como para que para ahora venga algo mucho peor.

-No lo entenderás -agregó él, observando algún punto fijo.

-Por cierto, ¿de dónde has sacado esto? -quise saber. La pregunta me circulaba en la cabeza desde que vi el USB.

-¿Sabes? No merece la pena responder a esa pregunta -se levantó del sofá-. Bueno, ahora vengo.

-¿Vas a ver a mamá? -carraspe mi garganta.

-No exactamente. Voy a ir a por más pruebas. En contra de Max.

-Pero -lo detuve, agarrando su mano-. Sólo quiero que me contestes la pregunta. ¿Cómo tienes esto? ¿Y los policías? ¿Y mi padre? ¿Lo saben? ¿Dónde está Máx ahora mismo? ¿Vivo? o ¿Muerto?

Manos Ensangrentadas © (COMPLETA✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora