—¡Perra! —maldice el hombre a la reina.
De inmediato mi profesor lo tomó por el cuello con su brazo y se lo llevó lejos, casi arrastrándolo. Su esposa estaba estupefacta por lo que la reina aprovechó ese momento, la tomó del cabello y también se la llevó arrastrando a la vez que la callaba por sus quejidos tan ruidosos.
—Por todos los campos de amapolas... el rey me va a matar —espeté al aire.
—¿Estás bien, Mavra? —me inquiere preocupada, acercándose precipitada a mí.
—Sí, sí, sí —le respondo en un tartamudeo, si el rey se entera de todo esto no cabe duda de que me mandará a matar.
Acarició con su mano mi mejilla roja y yo apreté su muñeca porque su tacto me dolió. Perdí mi vista en su vestido y me imaginé lo peor, mi familia está en peligro por esto.
«No te preocupes más», escuché entre mis pensamientos por parte de un tercero para recibir en mi piel ardiente el tacto más dulce y sutil de mi vida.
La princesa plantó un tierno beso en mi ser, tan profundo que hasta mi corazón lo sintió, y de alguna forma su imagen inocente me hizo olvidar muchas cosas. Pero mi rostro hipnotizado cambió rápidamente cuando vi a alguien acercarse.
—Perdóneme, perdóneme, yo le juro que no quería hacer esto —le confieso al mayordomo que se acercaba con una cara que no me gusta ver.
—¿Qué pasa? —nos pregunta al analizarnos con la mirada.
Ninguna respondió, mientras yo me enterraba sola en una tumba imaginaria la princesa aguantaba la mirada del mayordomo.
—Su padre la está buscando, y a ti también Ansel. Su ausencia sobre la mesa es notoria... y la de la reina aún más. ¿Dónde se metieron?
—En unos momentos regresarán, acompáñame, Mavra. Entretendremos a muchas personas justo ahora. —Se aferró a mi mano temblorosa y tiró de mí hacia el salón.
El mayordomo se hizo a un lado y fue a buscar al profesor y a la reina. Miré como se marchaba, cómo nos dejaba a nuestra diminuta suerte. Dabria abrió unas puertas invisibles hacia el comedor sin ninguna disimulación e hizo de nuestra presencia más que notoria.
—¡Hola a todos!, no pude hacerlo con la mayoría pero, les doy la más cálida bienvenida a la nación donde crecí y aquella que algún día reinaré. Espero que disfruten su estancia entre estas montañas que me han visto crecer y que puedan encontrar paz en nuestro territorio tan hermoso —habla alzando la voz para que todos dirijan su atención a nosotras—. Hoy, hace cuarenta y tres años nació uno de los hombres más fuertes y audaces que el mundo pudo tener. Un hombre que con sus manos moldeó una nación entera para albergar a innumerables humanos y sus futuras generaciones, dándoles un lugar cómodo para vivir y ser libres. —Mi nerviosismo aumentó porque su discurso no parecía tener fin, además de que todos nos acuchillaban con la mirada porque aún seguía tomando mi mano sudorosa—. Padre... no sabes cuánto te amo y cuánto te admiro. Espero algún día pueda ser como tú. —No pasó ni un segundo y un golpe de ovaciones nos agitó los oídos. Gritos, celebraciones y aplausos eternos.
«Tú serás mejor que yo» gesticuló el rey con sus labios a la princesa.
Hizo una reverencia y yo la acompañé torpemente después de unos segundos, al alzar la vista de nuevo el rey ya no estaba en su pequeño trono. Se acercaba peligrosamente a nosotras, atravesando todo su comedor, sin quitar su mirada dorada de nuestros cuerpos. Sus ojos se detuvieron en nuestras manos, yo intenté soltar a Dabria deslizando mi mano lentamente pero ella se aferró aún más.
En el proceso de que el rey pone sus dos brazos alrededor de ella apretó mi mano por el miedo, y hasta que se dio cuenta de su motivo la soltó. Se fundieron en un profundo abrazo que yo solo me pude limitar a mirar, la cargó y dio una vuelta con ella entre sus brazos. Se regalaron unas sonrisas perfectas, aunque la princesa no abrió del todo sus labios, para que el rey le diera un tierno beso en la frente y ella quedara anonada por el contacto. La dejó a mi lado y me puso su mano en mi cabeza, me regaló una sonrisa y extrañamente en sus ojos existía calidez... una calidez realmente sincera.
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El Caballero de la Reina I [La Infancia]
Ficção HistóricaMavra es una pueblerina que vive en la capital de la nación Vreoneina, Cos d'or, el cementerio de los más valiosos minerales y piedras preciosas. Con un pasado confuso vive bajo el manto de aquellas personas que considera su familia, aquella que se...