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Siglo XVII, 1697, 26 de agosto
7:43 P.M.—¿A qué hora te levantaste?
—Como a las diez... o por ahí. Después tomé el baño más reparador de mi vida y me fui a arreglar —le explico relajada.
—Me alegra saber que pudiste descansar —me dice entre risillas.
—Puede y en estos momentos Asmodeo se esté luciendo como nunca —le comento divertida, recordando la noche de ayer.
—No lo dudo —me dice sonriente.
—Más porque los hermanos estarán compitiendo contra él.
—¿Por qué no fuiste a verlos? —me inquiere curiosa.
—Porque Benedict no iba a estar por allí además de que tú no ibas a ir —le respondo sincera—, también no me interesan mucho esas armas de fuego.
El sol, que directamente nos miraba desde su ventana, ya se estaba despidiendo de nosotras. La luna pronto saldría a reinar los cielos y yo tendría que estar al pendiente.
—Flor está en la entrada —le digo, acomodándome sobre su cama.
—¿Flor? —Miré la lámpara giratoria en su buró, en sus paredes de aluminio está tallada una mariposa posicionada de diferente forma en cada cara.
Dabria me dijo que por el calor las caras giraban, y que entre más rápido se movía la animación de la mariposa se volvía más fluida y realista.
—La yegua, así le puse —le respondo, girando mi cabeza hacia ella para mirarla.
—¿Flor?
—Sí, sí, flor.
Después de un silencio, y nuestras miradas sin querer despegarse, nos reímos.
—Qué buen nombre —me comenta entre risillas, acostándose a mi lado.
—Lo sé, no puede ser mejor, la verdad —le digo presumida para que nos carcajeáramos después.
—Cada vez que la llames recordarás mi campo —espeta después de tranquilizarnos.
—No, con solo verla me acordaré de ti y todo lo que hicimos a su lado.
Sentí su mirada sobre mí pero no me atreví a corresponderla por tenerla tan cerca, mejor me hice tonta y miré su techo colorido.
—El otoño se acerca, y cuando él se vaya mis flores se irán con él —espeta al ver que no le hago caso.
—Pero después renacerán como nuevas, el próximo año las veremos florecer —le digo con una sonrisa.
—Las veremos florecer... —repite suavemente.
—Bueno, en lo que esperamos qué quieres hacer —hablo, levantándome de su cama para sentarme en la orilla.
—Con esas prendas no creo que quieras salir, te ven y te llevan directo al coliseo como invitado de honor —me dice divertida.
—Sí, tienes razón. —Miré lo que traigo puesto y calculé cuanto hubiera costado.
La camisa es blanca como el algodón más puro y el saco es casi idéntico al rosado de unas orquídeas que tiene la princesa en su campo. Me lo quité y lo dejé al filo de la cama, es incómodo de usar en esta situación.
—¡Ya sé! —Corrió hacia su tocador y regresó con un cepillo y varios listones de colores a la mano.
—Yo no sé —le respondo risueña, siguiéndola con la mirada.
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El Caballero de la Reina I [La Infancia]
Fiksi SejarahMavra es una pueblerina que vive en la capital de la nación Vreoneina, Cos d'or, el cementerio de los más valiosos minerales y piedras preciosas. Con un pasado confuso vive bajo el manto de aquellas personas que considera su familia, aquella que se...