Capítulo 1. Una promesa

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Ellen Beckett

— ¿Por qué la espantaste, Ellen? — me preguntó Adam, y apenas podía escucharlo, mis ojos se sentían tan pesados que se me dificultaba tenerlos abiertos y mis oídos parecían estar de vacaciones en el mundo de los sueños. Sí, tenía un poco de sueño. Lo que hice después no me sorprendió en lo absoluto, me aferré a su torso como lo haría una niña pequeña con el de su madre cuando tiene miedo o cuando simplemente quiere un poco de cariño.

Su cuerpo emanaba una calidez agradable, su corazón latía a un ritmo placentero, mi cabeza estaba apoyada sobre él y escucharlo me hacía sentir tranquila. Quería que esto durara toda la vida. Abrazarlo hasta quedarme dormida era lo más reconfortante del mundo.

— ¿Querías quedarte con ella? — pregunté, re acomodándome sobre su pecho.

— No — respondió Adam.

— Ajá sí — bufé, esbozando una falsa sonrisa.

— Mejor dime, ¿por qué estás aquí? Salimos de clase hace una hora y te quedaste a ver mi práctica de fútbol, siento curiosidad de saber por qué lo hiciste.

— Mi madre... lo más probable es que está con sus amigas o visitando una exposición de arte; mi padre, como siempre, en el trabajo y mis hermanos... solo Dios sabe qué hacen.

— ¿Te sientes sola? — me preguntó Adam, acariciando mi cabello suavemente.

— Todo el tiempo, si no fuera porque tú estás aquí, sentirme sola, sería mi pan de cada día — murmuré, casi quedándome dormida.

— Jamás te dejaré sola, Ellen. Soy tu héroe, ¿lo olvidas?

— Éramos unos niños cuando prometiste que serías mi héroe.

— Una promesa puede durar para siempre, sabes.

— Nada dura para siempre, Adam, pero con solo el hecho de creerlo un segundo es más que suficiente, satisfactorio y acogedor para quien lo cree.

— Evitaré contradecirte, porque no quiero que me asesines aquí mismo solo por hacerlo.

— No soy así, yo soy un angelito, jamás haría daño a nadie, menos a ti.

— Lo sé, nada más bromeo.

— No te abandonaré, Ellen — susurró cerca de mi oído.

— Eres lo más bonito que hay en esta vida, Adam.

— Tú eres bonita, Ellen.

De repente un sonido casi insoportable invadió mi cabeza, se apoderó de mi mente y sin darme un momento más con él, hizo que despertara. Sí, todo era un sueño. Un bello y hermoso sueño.

Mi corazón latía desesperadamente, cada sensación, cada palabra dicha por mí y por él se sentía tan real. No quería despertar, quería seguir aferrada a él. Solo unos minutos más. Sí, solo un poco más.

Furiosa, arrojé el despertador al piso y el golpe se escuchó un poco fuerte. Mi hermano Didi entró y dijo, — Qué bueno que ya estás despierta. Apresúrate, porque si no llegaremos tarde — miró el despertador en el piso, no dijo nada, solo me dio una mirada casi burlona y se marchó.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora