Capítulo 14. ¿Una carpeta roja?

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Adam Hansley

El ruido a mi alrededor, a pesar de ser detestable, no logra callar las voces en mi cabeza.

Eres un cabrón, eso eres.

¿Por qué le dijiste eso?

Le gustas, a ella también le gustas, ¿no era acaso lo que querías?

¿Por qué ahora que puedes tenerla decides alejarte y ser cruel con ella?

Imbécil.

No la mereces.

Nunca vas a merecerla.

Llevo mis manos hasta mis oídos y presiono fuertemente, estoy harto de que mi cabeza me recuerde que fui un inconsciente y un tonto.

Cierro mis ojos y recuesto mi cabeza sobre la mesa.

— ¿Te duele la cabeza, Adam? — me pregunta Gabriel.

— Sí, un poco — miento.

— Deberías ir a la enfermería para que te den algún calmante o algo — sugiere.

— No es necesario, Gabriel, pero te agradezco la sugerencia — respiro hondo y exhalo.

— ¿Te desvelaste jugando?

— No — niego.

— A pues... no tengo idea de qué pudo haberte causado ese dolor de cabeza. Si te hubieras desvelado jugando, creo que sería lógico que estuvieras así, pero dices que no lo hiciste. Entonces, no sé — suspira.

— Yo tampoco sé por qué me duele — mis ojos viajan hasta mi plato —. Ni siquiera tengo hambre.

— Es normal, Adam, cuando no se está bien... no se tiene ánimos para nada, ni siquiera para comer. Te lo digo yo, que lo he experimentado muchas veces.

— Me hiciste mucha falta, Gabriel — confieso, una sonrisa se me escapa —. En Filipinas... — suspiré —. Todo era distinto.

— ¿Distinto en el buen sentido o en el malo?

— Intermedio.

— A ver, cuenta, no me dejes con el chisme a medias — levanta el jugo hasta la altura de su boca y le da un sorbo, sin dejar de mirarme atentamente —. ¡Qué esperas!

Sonrío, negando con la cabeza.

— A veces pienso que no tuve amigos de verdad. Claro, tuve un grupo de "amigos" con los cuales quedaba de vez en cuando para salir de fiesta y todo, pero ¿sabes? Ninguno me hacía sentir tranquilo, es decir, yo... siempre permanecí alerta por cualquier cosa. Cosa que cuando estoy contigo no me sucede, ya que puedo ser yo mismo y confiarte mi vida sin temor a que me apuñales por la espalda. Me he ganado muchos enemigos, Gabriel. Y todo por ser alguien que no reflexiona las consecuencias de sus actos.

— Naaa, comparado conmigo, tú, Adam, eres un santo, un pan de Dios.

— Oye, tú lo que eres es vengativo y rencoroso — le recuerdo.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora