Capítulo 29. No estoy de acuerdo

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Ellen Beckett

Esbozo una sonrisa mientras muevo mis dedos con suavidad por todo su cabello. Adam permanece recostado sobre mis piernas, descansando.

Él y yo jugamos una partida de póker y luego automáticamente se quedó dormido. Me sorprendió ver que estaba muy cansado, porque Adam no es de los que deja que el cansancio lo limite.

De la nada, mientras lo observo fijamente, me detengo a recordar partes de nuestra infancia juntos.

— ¿Sí pudieras pedir un deseo cuál sería, Ellen?

— Tener el poder de dominar el mundo — bromeo.

— Admito que eso es muy ambicioso. Me gusta — dice Adam, sonriendo de lado.

— ¿Y tú? ¿Cuál sería tu deseo? ¿Qué es lo que pedirías?

— Poder controlar los sentimientos — aparta la mirada de mí y mira hacia el cielo —. Porque tal vez así... todo sería más fácil.

— Pues para alguien que parece no tenerlos, lo dice muy en serio.

— Uno de mis dones, es saber ocultar lo que siento, aunque no siempre puedo hacerlo.

— Sabes ocultarlo, pero no controlarlo — las palabras salen solas de mi boca.

— Sí, así.

— ¿Qué diferencia hay, entonces?

— Ocultar el dolor no hace que ya no esté ahí, sigue ahí, escondido en lo más profundo de nuestro ser, pero controlarlo para que no te destruya es el mayor de los retos y el objetivo a alcanzar. A mi modo de ver, controlar es mejor que ocultar. Porque no me sirve de nada ocultarlo, si luego me voy a desmoronar.

— No lo había pensado así.

— Pues no, cerebro de nuez.

Nuestro pasatiempo favorito era hacernos preguntas tontas, sobre cualquier cosa. No importaba el tema, él y yo siempre salíamos con muy buenas ocurrencias la mayoría del tiempo. Qué inocentes éramos en ese entonces.

— Esta noche los chicos y yo saldremos a celebrar el cumpleaños de Iván, ¿quieres... venir conmigo? — pregunta en voz baja, sin abrir los ojos.

— Sí, claro — acepto, debería dejarlo descansar para que pueda soportar la nochecita que nos espera. Porque de Iván puedo esperar cualquier cosa loca con tal de pasarla bien —. Me voy para que puedas descansar un poco más, bebé — deposito un beso en su frente —. Necesito mínimo unas cuatro horas para elegir un outfit decente.

— Mmm... no te vayas. Quédate — gruñe, aferrándose a mí.

— Tengo que hacerlo, bebé, y no trates de convencerme porque no lo vas a lograr — le digo soltándome de su agarre. Me levanto y lo primero que hago es buscar mis tacones, una vez los encuentro me los pongo y me dirijo al perchero por mi abrigo —. Te veo en la noche, te quiero.

— Con cuidado, ¿sí? Me avisas cuando llegues, te quiero — me lanza un beso.

Asiento, sonriendo.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora