Capítulo 37. Albóndigas

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Miami, Florida.

Max Harrison

— Quita esa cara de muerto, Maxim, ¿quieres? — me dice Iván, desde dentro de la alberca.

— No entiendo para qué me trajiste contigo, si sabías que no quería venir — le recuerdo.

— Pues, precisamente para que te entretengas un poco y dejes de pensar que tu vida no vale nada si ella no está contigo — mira hacia un lado y suspira, luego sus ojos me miran, serio —. Maxim, te la has pasado deprimido desde que terminaron, no puedes seguir así, por favor, ya no más. No es sano y lo sabes.

— Me engañó y todavía la sigo amando, Iván, así o más idiota. Le di todo de mí y no fue suficiente, nada fue suficiente, incluso yo no fui suficiente para ella.

Iván sale de la alberca, su físico ha mejorado mucho desde que está en el equipo de fútbol, incluso ha disminuido la frecuencia con la que bebe, algo que me sorprendió demasiado considerando que le encanta el alcohol.

Toma asiento en una reposera a la par mía, él procede a sacar un jugo de naranja de la hielera y su semblante se ha vuelto mesurado.

— ¿Qué hizo para que la amaras de esta manera tan inalterable?

— Ese es el punto, Iván, que Ellen no hizo nada, únicamente fue ella y ya.

— Cuando la vi por primera vez pensé que habías quedado prendado de ella por su muy notoria belleza física, pero después de conocerla mejor comprendí que lo tuyo por ella no era algo visual, sino más bien emocional. Ellen es una chica increíble, Maxim. Sin embargo, me parece muy injusto que todavía sufras por ella, cuando ahora es feliz con otro.

— El amor que siente por él puede terminar en cualquier momento, Ellen ha estado obsesionada con Adam desde que eran niños, ahora que finalmente puede tenerlo, no pasará mucho tiempo antes de que se aburra.

— Si es que eso sucede, Ellen no volverá contigo, Maxim. Sabe lo que hizo, sabe todo el daño que te ha causado, sabe perfectamente que no sería justo regresar.

— No me importa — admito, mirando hacia la nada —. No me importa porque ya la perdoné.

— Qué bueno que la perdonaste, eso me dice que tienes un corazón muy noble, pero... ¡No!, no debes seguir esperándola, sigue adelante, no te estanques, Maxim, por tu bien no lo hagas.

— No hay un solo día que no lo intente, Iván. ¿Crees que es algo fácil cargar con todo solo? No, no lo es. ¡Nada lo es! Y me estoy cansando de toda esta mierda llamada vida. Quiero vivir, Iván, ¡vivir! Sobrevivir es agotador, muy agotador. No sé si puedo seguir así por más tiempo. Siento que voy a ciegas por el mundo y me aterra como no tienes idea.

— Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿verdad? Quiero ayudarte a vivir, Maxim, realmente quiero hacerlo, pero no puedo si no te lo permites. Déjame ayudarte, por favor. Permíteme aligerar un poco tu carga, ¿sí? Soy tu amigo, y los amigos estamos para ayudarnos siempre.

— Gracias, Iván, pero...

— ¡Pero nada! — interviene —. Te dejas y punto, ¿estamos?

Suspiré.

— Estamos — concluí, esbozando una sonrisa.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora