Capítulo 11. ¿Qué me está pasando?

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Adam Hansley

Mi pie derecho tiembla sin parar, estoy nervioso. No sé exactamente qué respuesta darle a Ellen.

Mi respuesta era como un arma de doble filo, ya que lo que dijera podía cortarme a mí mismo o podría cortarla a ella. O al menos así lo veía yo.

Cuando escuché su voz llena de preocupación a través de mi ordenador, no dudé en salir corriendo a su casa, ella me necesitaba. Cuando la miré en su habitación, ella estaba llena de miedo y con un pavor en los ojos que jamás había visto.

Ellen cargaba con algo extremadamente pesado y ella no pedía ayuda, simplemente intentaba no derrumbarse mientras sujetaba lo que sea que fuese que la atormentaba. No insistí en saber qué era lo que le pasaba, ya que no quería incomodarla y muchos menos quería que se sintiera presionada.

Desvíe mi mirada y fingí pensar en mi respuesta, aunque el fondo ya la sabía, es más, deseaba decirle que ya no la veía como una simple amiga de la infancia, pero no podía hacer eso. No podía decirle tal cosa. No era correcto. No lo era para ninguno de los dos.

— ¿Cómo crees, pequeña? Eres como mi hermanita — solté con un nudo en la garganta.

— ¿Cómo tu hermanita? — inquirió Ellen, con la mirada apagada.

— Sí, nos conocemos desde pequeños, crecimos y convivimos juntos, es como si ya fuéramos hermanos — sigo diciendo como un idiota.

— Tienes razón, Adam. Tú también eres como un hermano para mí — me dice. Sus palabras me golpean como un metal golpea a un vidrio. Y miro que todo está hecho pedazos, sobre todo, si en algún momento tuve alguna esperanza u oportunidad, supongo que la aventé por una ventana de un piso de más de cien metros de altura.

Soy un idiota, ¿por qué no me atreví a decirle la verdad?

¿Por qué demonios no lo hice?

Ellen se mantuvo en silencio mientras comíamos, yo también hice lo mismo. Porque cada vez que yo abría la boca solamente era para decir idioteces o cagarla por completo. Todos me dicen que Ellen gusta de mí, no obstante, no parece así. Ella me lleva la contraria, no se doblega, no me coquetea, ni siquiera intenta tocarme o buscar cualquier excusa para estar cerca de mí.

Si yo le gustara, ella buscaría la manera de acercarse a mí, con cualquier excusa, y tal vez no en un encuentro sexual, sino en uno más íntimo, más emocional.

Una conexión emocional es mucho más fuerte que una conexión sexual. Cuando existen ambas conexiones en una pareja, automáticamente habéis entrado al paraíso.

— ¿Quieres dar un paseo luego de comer? — propongo y ella asiente.

Genial, ni siquiera me dirige la palabra.

— Oye, Ellen, ¿cuál es tu mayor sueño? Nunca me lo contaste ahora que recuerdo.

— No lo sé, tengo muchos. No sabría decidirme por uno solo.

— A ver, intenta.

— Ohm... Bueno, mi sueño es... ir a esquiar con la persona que amo.

— ¿Esquiar?

— Sí. ¿Y tu sueño cuál es, Adam?

— Encontrar a alguien que ame cada uno de mis defectos.

Ellen me miró sorprendida.

— No lo digas, ya sé que es algo cursi y absurdo.

— No, no lo es. Además, no iba a decir eso. Yo... iba a decir que me parece algo fantástico. O sea, encontrar a alguien que ame cada uno de nuestros defectos no debe ser para nada fácil.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora