Capítulo 27. Cansada de amenazas

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☀️ Mini maratón 1/2 🌙

Ellen Beckett

Otra vez estoy entre la espada y la pared.

Otra vez la vida me recuerda que este laberinto no tiene salida.

Me sentí tan bien cuando salí con Aisha. Y ahora no puedo creer que debo mantenerme lejos. Ella me hace feliz y me hace sentir que al fin tengo una mejor amiga.

Ese infeliz no sé qué pretende con hacer todo esto.

He llegado a la conclusión de que mi acosador es un psicópata de mierda. Dice que está enamorado de mí, pero lo suyo no es más que una obsesión enfermiza que tiene conmigo. Primero, me alejó de Max. Y ahora quiere alejarme de Aisha.

No sé si pueda resistir esto por más tiempo. Estoy comenzando a tener ataques de ansiedad, incluso me corté las uñas por qué mucho daño me había hecho ya en el brazo izquierdo. Hay días en los que no como nada, días en los que mi apetito se va completamente, pero hay otros en los que no puedo parar de comer y me odio por eso. Odio... no poder controlarme.

Nunca me ha importado mi peso en realidad, no es algo en lo que yo malgaste mi energía y felicidad, sin embargo, no comprendo por qué ahora está comenzando a importarme. Incluso mi piel se ha vuelto reseca y apagada. Mi cabello parece un nido de pájaros. Y cada vez me concentro menos en clases.

Estoy cansada. Necesito dormir tranquilamente y no pensando en que hay ojos por todas partes, mirándome, o peor aún, asechándome como buitres. Agarro mi mochila y voy directo a mi casillero.

Mi celular vibra y contesto sin ver quién es, mala idea considerando que tengo un puto acosador respirándome en la nuca. Por lo que procedo a ver el contacto y, para mi sorpresa, es Aisha.

— Aisha, hola.

— ¿Estás libre?

— Sí, sí. Justo ahora voy saliendo del salón.

— ¿Podemos vernos?

Lo pienso y no creo que sea buena idea, pero solo será un momento, ¿no?

— Sí, claro que sí.

— Genial, iré a tu departamento entonces. 

— Oh, en serio. Vale, te esperaré en la entrada.

— Gracias.

Llego a mi casillero y lo primero que hago es fijarme si no hay una nota de ese maldito, ya que al parecer se le volvió costumbre dejarlas entre mis cosas. Gracias a Dios, no encuentro nada y siento un gran alivio.

Guardo algunas de mis cosas y me detengo a observar a los demás. Ellos parecen normales, sin preocupaciones, sin problemas como los míos. Alejo esos pensamientos de mi mente, no debo darle poder a pensamientos ridículos. Camino rumbo a la entrada, pero un chico me interceptó de repente.

— ¿Puedo hablar contigo en privado?

— No.

— Es que...

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora